Conduzco mis manos
A tu cuerpo, y recorro cada parte
De tu blanca y dulcísima
Espalda.
Recuesto sobre tu vientre
Que hace tiempo
No toco, y
No beso.
Te tomo del cuello,
Nos miramos de frente
Y toco lentamente tus fríos
Y suaves labios de mañana.
Dejaste que contara
Cada uno de los lunares de
Tu cuerpo, a un lado del mío
Más unido que nunca.
Solo, solo dejemos que
La luz del sol que traspasa
Las cortinas de seda del cuarto
Nos caliente estos cuerpos helados.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar [email protected] Regístrate aquí o si ya estás [email protected], logueate aquí.