Tú me acostumbraste,
 a no escribir de madrugada, para terminar mis sueños,
 a esperar tus silencios de sábados y domingos,
 A imaginarte trajinando todo el día;
 A buscar tu pensamiento en la prisa.
Tú me acostumbraste,
 al café, a tus cartas, a la sorpresa diaria,
 A compartir, aquello que solo contigo;
 a vivir una ilusión en la esperanza.
Tú me acostumbraste,
 a esperar que el tiempo madure la relación,
 A escribir un poema para ti y un verso para tu pecho;
 a que mi alma te busque por las tardes.
Tú me acostumbraste,
 a los sueños a media luz, a esperar su realización,
 a soltar el corazón en un viaje desconocido,
  apostar lo que se es y lo que se tiene;
 A siempre ganar.
Tú me acostumbraste,
 A vivir el amor, después de un coraje,
 A tratar tu cuerpo, como ciudad liberada,
 A leer versos de Benedetti, después del sexo,
 Antes, durante y en todo tiempo.
Tú me acostumbraste,
 A llegar de madrugada a tus sueños;
 A brincar dos pesadillas a, corretearte por mil ensueños
 A inventar cuentos de terror para tus hijas;
 A emborracharme con cachaza.
Tú me acostumbraste,
 A compartir con tus amigas, a fumar  desconocido
 A discutir con tu pareja, a cenar con tus hijas,
A recogerte de madrugada
 A esperarte de tarde, siempre en las tardes
 Para hacerlas noches, duermevelas.
LENNOX
 EL QUETZAL EN VUELO
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                        Autor:    
     
	lennox, el quetzal en vuelo (Seudónimo) ( Offline) Offline)
- Publicado: 11 de enero de 2018 a las 10:39
- Comentario del autor sobre el poema: la costumbre nos lleva a veces por caminos ineditos, del laberinto d ela soledad y el recuerdo, haciendo doble herida al ingresar y al salir.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 35
- Usuarios favoritos de este poema: Joelis Palacios

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