PARCIAL RECUENTO (II)

Edmundo Onofre

PARCIAL RECUENTO (II)

XI
Lejos, muy lejos
casi al comenzar el camino
divisé las más nítidas huellas
que encandilaron mi conciencia:
me han servido para imitarlas,
haciéndolas mi personal derrotero.


XII
Los premios que jamás recibí:
¿Dónde están?
Tal vez quedaron en el olvido
o bien fueron a para a ajenas manos
que no los merecían.
Estoy en espera de algún día recibirlos,
aunque sea en el último discurso...
junto a mi tumba.

XIII
Tuve miedo de olvidarme de las cosas.
Quise mantenerlas siempre frescas
las tantas experiencias vividas,
que han servido de andamios
para alcanzar, algún día, las lejanas estrellas.


XIV
Cuando pude, traté de sacudirme
disimuladamente mi camisa
para quitar las tristes sombras
y falsos cuestionamientos
que cuelgan como guirnaldas.
Logré, intachablemente,
albear mi camisa.
Después me encumbré
para alcanzar el pan y el vino deseado.


XV
Para no darme por vencido
di tregua a mis instintos,
hice breves descansos
bajo la gentil sombra de la tranquilidad...
tomé vigorosas fuerzas
y enfrentarme sin temor a gigantes,
evitando tropezar en trampas
empapadas de maldad.


XVI
Despacio... ni haciendo el menor de los ruidos
construí los más ostentosos objetos
que luego fueron coronados con halagos
y que muchas veces causaron sana envidia.
Aquí, detrás de la puerta y en viejos armarios
los guardo, son la mejor reserva
para mañana y para este momento.

XVII
Cada vez que quise salir a cabalgar
lo hice por playas entibiadas de sales blancas,
allí se conservaban intactas
la grandes virtudes,
los buenos ejemplos a seguir.
No me bastó leer voluminosas enciclopedias
o tantas cuestiones abstractas;
deseé palpar una a una las páginas naturales:
la verdadera realidad.


XVIII
Preferí utilizar tinta indeleble
para escribir íntimas cartas,
deseando las lea el tiempo
en la eternidad
y si alguien se cruce con ellas
pueda apreciar
la transparencia de la pluma,
lo cortés de las palabras: serán un ejemplo.


XIX
Mis labios temblaron al besarle,
bajé mi vista, ruborizó mi cara...
mi inexperiencia de adolescente
trastabilló con torpezas burdas
que me bañaron de vergüenza.
Bueno, a nadie se le enseña a ser
el mejor galán de la tierra.


XX
Frente a fragmentos de verdad
armé rompecabezas una y otra vez.
Reubiqué de mil maneras las piezas,
usé mi experiencia, mi lógica.
Al fin, hoy, recién entiendo
la combinación perfecta:
la verdad es una sola, nada más.

  • Autor: Edmundo Onofre (Offline Offline)
  • Publicado: 2 de diciembre de 2017 a las 13:25
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 20
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