Discurso de la negra instruida

Margarita García Alonso

Discurso de la negra instruida

Mas todo ha cambiado,…

arrastra al cisne un oscuro torrente…

William Yeats

 

la negra instruida

 

perdonad la pose,

el corte arbitrario

como si me faltara

un gen, una raza, un sexo

para deambular el

paripé glorioso de la fama

energeia- grita Aristóteles

y desde la esquina umbrosa

el torrente reanima la fe

 

bien entrada la noche,

el reiterado mito se despoja

arrastrado por aves

que depositan con estruendo

una brizna de paja.

 

Blasfemo, no me enseñaron a morir

y me ocupo del derrumbe

entre piedra y piedra,

un breve olor a tierra

para muerta de muertos

de abandonos muertos

muertos de locura

muertos de muertos en lejanía

apretujados en un increíble acuario

donde la profecía cambia

el poderoso silencio

por un coreo de altillos

que desesperan la Oda

sometida a la forma

renacentista del extinto,

 

el cuerpo petrificado

endiabladamente robótico

y pecaminoso con la nobleza

de quien ha sido borrado

bajo ritmo perfectamente fluido,

 

oscurezco en la lucidez del fracaso

fuera de los hechos, la lógica se rinde,

mitad hombre, mitad mujer

mitad negra, mitad blanca,

abrevio al bajar ojos

sin disfraz, sin soberbia,

sobre el samurái

del teatro japonés

que grita No, no, no

pies juntos

como si quisiera vaciarme

de entrañas

en fabulística performance,

expulsada del antiguo elitismo

donde me nombraba el país,

escucho tibores

de lo que fue y es batalla para rango

meaderos de historia,

en el universo barajean

traición con encargos

sobre riachuelos,

aguas que limpian riñones

impregnados de tufillo

 

el sicodélico puzle

reparte azahares,

ennegrece tras vasectomías,

mastectomías

fotos de familia bajo candelabros

de una biblioteca milenaria

 

en representaciones,

nunca en equilibrio,

a menudo persuado al auditorio:

¡No os lamentéis más,
esto conserva

validez para siempre! *

entonces cedo

siempre he cedido el cuerpo

a los cuchillos

cuando repito la palabra

“dicha”

dicha la dicha

llego cuerda

al próximo discurso

discurso

discurso

discurso

discursos

 

a lo largo de la vida

contaminan el desliz

de la niña bonsái

bajo la atenta mirada

del soldado que mastica

 

soy de esfuerzo honrado:

un día no seré más de ellos,

y un día no lo fui

pero empieza el suplicio

mientras contemplo

al desconcertado albañil

que repara la chimenea

su rostro me inspira sexo

-nada, absolutamente nada

me ha inspirado un verso-

 

concentrada en la auto ablación

formo paripé infernal, me niego,

bajo sólidos argumentos,

pero perezco en el intento y cedo

siempre he cedido al cuerpo

y reiterado la palabra

 “dicha”

 

no hay reino imposible

bajo el peso del cielo,

cuando sostengo

la nieve en mi mano

a fuerza he llegado al rellano,

trato de traspasar la puerta,

cualquier puerta sin temblar

 

he perfeccionado

la tijera y corto

pensamientos descompuestos,

cualquier palabra

me deja incomprensible

-inacabada

pero

 en paz-

 

nada alcanza

hasta la antiquísima estrella

se desintegra al borde del barranco

he soñado desprenderme

pero absorta en la perspectiva

del cielo con el mar,

el impulso me desvía a

un superficial incidente

con el que tiro inquietud

unas semanas

más allá de toda urgencia

en un banco de niebla

fumo invierno

paso espíritu

deshago el vendaje

del mundo ruinoso

y muestro condescendencia

 tenaz

     he esperado milagros,

   el milagro no llegó,

no llega

el milagro en mí:

 

haré bien lo poco que me queda,

algo muy bello está a punto de ocurrir.

 

* Sófocles

Del Cuaderno de la vieja negra,

Editions Hoy no he visto el Paraíso, 2016

  • Autor: Margarita García Alonso (Offline Offline)
  • Publicado: 23 de noviembre de 2017 a las 12:30
  • Categoría: Espiritual
  • Lecturas: 92
  • Usuario favorito de este poema: Texi.
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