…ya no recordarte.

Me gustaría que estuvieras simplemente ahí

como alguien que no conozco

como un enigma que no pide permiso

para adentrarse en mis venas,

como una duda que se planta en mi memoria

y comienza a expandir sus tiernas ríces

de sinsentidos y fascinaciones.

Me gustaría que estuvieras ahí

como mi próximo descubrimiento

ante los que mi ser suicida toma el mando y dicta:

no importa lo que suceda, todo es decepción

y parece haber en ella

una emoción que vale la pena sufrir.

Me gustaría imaginarte, ya no recordarte.

Pensar en cómo es tu voz

o si el café te gusta amargo.

Contarte que todo parece estar peor cada día.

Descubrir qué es lo que te emociona 

y escucharte hablar de ello,

...quizá haya un fuego, me diría.

olvidarte al menos esta noche,

escribir un poco y divagar

( Qué mundo tan solitario...

¿Cuánto hay que perder por aferrarse

a lo que por fin convenza a sus prejuicios

de que ya son validado por la sociedad?

¿Cuántas lágrimas han de caer

en aquellos cuartos ignorados,

donde una masacre de verdaderos anhelos

es llevada a cabo para poder, al día siguiente,

volver a portar la sonrisa condescendiente y acordada?

¿Cuántos de ellos se dan cuenta

de que lo que tienen hoy, y que tanto presumen,

no es más que la muestra de su derrota?

¿Cuántos de ellos  se atreverían

a aceptar ante cualquier otro su derrota?)

luego quizá verte emerger en distantes sombras

desde el cristal de la ventana

o de las gotas que de ella escurren

o presentir tu fantasma al entrar silente 

aprovechando que un viento extraño

ha abierto la puerta,

inhalar el aroma extraño y desconocido

del cabello y la piel de alguien 

que no identifique al momento

y al final sólo saber que, de alguna manera,

fue real, pero que ya no está más;

aceptar que así es con todas las personas

y que sólo queda una vaga certidumbre de que 

aquello en verdad sucedió,

pero que hay que descansar...

ves, aún así, esto no es más 

que una nueva prueba de mi propio fracaso.