Tus hojas marchitas colman mi alma de inmundicia,
Tus ramas desplomadas ya no dan cálidos abrazos en invierno,
Los nudos de tu imponente tronco reflejan el amargo sabor del paso del pasar de los milenios y de la continuidad de una desdicha agobiante, no son más que filigranas que manifiestan la venida de lo inevitable.
Tu que perennemente me diste el crepúsculo para ocultarme de la oscuridad de la noche que me acosaba,
Tu que me regalaste la brisa que me elevó a alcanzar la cúspide le del cosmos,
Tu que con un inmaculado sacrificio me diste el fuego de tu alma para sofocar el susurro de los gritos que enfriaban mis pasiones.
Hoy soy un pequeño retoño de la semilla que algún día surgió de tus flores sagradas colmadas de un dorado fulgor, pero ya inexistentes puesto que la parca ya envió sus plagas a desforestar tu destino.
Quisiera regalarle un último rayo de sol a tus escasas hojas, para ver ese resplandor incandescente que hasta por las noches consiguió a ensombrecer a misma luna, esa misma luna que desde hoy me acompañará en mis ausencias.
Quiero volver al pasado y ver la sonrisa resaltante que te provocaba el dulce ruido del pequeño colibrí visitante y el roció de la mañana que cada día te despertaba con sus refrescantes besos.
Con el pasar del tiempo el relámpago que carcome mis pensamientos está más cerca, por eso hoy decido regalarte esta pequeña pajarera, para que con el cantar de las aves sanes del punzante sufrimiento provocado por el corrosivo veneno del tiempo.
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Autor:
Higo AH (
Offline)
- Publicado: 16 de noviembre de 2017 a las 15:04
- Categoría: Amor
- Lecturas: 24
Comentarios1
Lindos y profundos versos. Un saludo cordial
Gracias por tomarte el tiempo de leerlo. un gran abrazo
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