Dolor y resignacion

Carlos Hector Alvarez

DOLOR Y RESIGNACIÓN

En mis vacaciones suelo extender una hamaca de piolas tejidas atándolas a dos árboles contiguos y recostado alterno mi lectura observando unos pajaritos  pequeños que los vecinos de las zona los llaman “cabecitas”: Los machos lucen una capucha grande cubierta de plumas de un negro intenso que les llega hasta el cuello, sus lomos  son de un color verdoso, sus pechos amarillos, sus alas y colas negras con franjas delgadas y  amarillas; las hembras son  más pequeñas y  no lucen  capuchón, sus cabezas tienen un tono grisáceo muy raro, sus lomos son más pálidos y sus pechos  más verdes que amarillos. Se los ve en grupos de seis  u  ochos y parecen responder a un líder. Cuando éste comienza a cantar es como si la batuta de un gran director ordenara  al coro a elevar sus trinos y éstos obedientes lanzan sus gorjeos al unísono creando alrededor un clima de alegría indescriptible  

Hay una pareja muy audaz, a la que al lado de una canilla que uso para regar mis frutales, les pongo  un plato con migas de pan,  semillas de alpiste y un recipiente  con agua fresca. Estos pajaritos cuando me  arrimo bajan al suelo picoteando las yerbas cerca de mis pies sin temor  alguno. Los reconozco porque al macho  le faltan unas plumas  en su capucha negra, producto quizás de alguna pelea, o de una  gomera usada por los chicos vecinos que los apedrean  cuando no los veo.

Una tarde  recostado en mi hamaca  leo “De la miseria con amor”, del Abuelitocrispin fascinado por las penurias de sus personajes que  llegan sin anestesia a mi sensible corazón. De pronto escucho unos trinos, no sé si por influencia de lo leído,  me dan la sensación de que a quien canta, lo afecta  un dolor muy intenso. Dejo de lado mi comodidad y marcho en dirección de las congojas, es mi amigo “cabecita” está sólo, muy alterado y nervioso. Me mira y salta de rama en rama,  lo sigo con mis ojos sin comprender que lo asusta, hasta que veo colgado el cuerpecito de su compañera  ahorcada con  un pedazo de soga. Su muerte  enluta el corazón de su amante compañero trocando  la hermosura de su canto en un  lastimero y doloroso gemido. Me acerco tanto como puedo,  el cabecita me observa  invitándome a su lado con sus ojos  tristes que  muestran su dolor y su impotencia. Al verlo así, estiro la mano y acaricio su capuchón, no sólo desea  mi presencia sino también el abrazo fraterno del amigo que lo ayude a mitigar su desconsuelo. Alargo el brazo y descuelgo a la infortunada pajarita,  él me mira hacer,  busco una pala hago un hoyo y le doy  sepultura al pie del olmo.

Cuando termino mi tarea levanto la vista y lo veo aletear agradecido, su amada descansa en paz. Luego de revolotear se asienta en la rama más alta del eucalipto y otear el horizonte como acompañando a su amada en su vuelo al infinito.

 

  • Autor: abuelitocrispin (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 5 de noviembre de 2017 a las 11:29
  • Comentario del autor sobre el poema: Este cuento con el nombre de Amor entre los pájaros fu publicado por Editorial Dunken en su selección de cuentos \\\\\\\\\\\\\\\"Caronte\\\\\\\\\\\\\\\" en pag. 17. está basado en una experiencia personal muy parecida que tuve en Las Estancias Catamarca, donde poseo una casa de veraneo, hace algunos años y me atreví a dibujarla en forma de cuento.
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 38
  • Usuarios favoritos de este poema: Ágora, Elena. DC.
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Comentarios4

  • Elena. DC

    Es un relato lleno de amor, de dolor, y de buen corazón por el echo de enterrar al avecilla...
    ya te lo había leído, y ha sido un placer volverlo hacer
    mi amigo,
    abrazos

  • Gaston Medina Vazquez

    Hermoso, tristemente hermoso. Le diste vuelo a mi imaginación.

  • Melba Reyes A.

    Qué tristísima historia, me ha conmovido. Gracias por compartirla. Saludos.

  • Carlos Hector Alvarez

    Gracias Saludos.



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