Capítulo 8 Suicidio 15/09/17

Natalia Aleiram

Siempre terminas en el mismo lugar, buscando lo mismo y si hay una razón para ese ciclo, se llama esperanza. Tenemos la esperanza de que alguien nos ayude a quizá valorar la vida o comprenderla, a fortalecernos para seguir, se es como un musculo flácido con falta de ejercicio.

Pero ese día, te despiertas, te ves solo en la habitación de siempre, en espera de un mensaje que te anime a levantar tu cuerpo del féretro que cada vez se hace más fuerte, y allí, al abrir tus ojos rodeado del silencio, llega a tu mente la respuesta; la vida de cada uno… si, ya cada uno lucha por mantenerse en pie, como para ayudar a otro a sostenerse…

Si pudiesen entender que esto no se haría eterno si en vez de la soledad arropadora existieran una o dos simples palabras de ánimo, compañía mutua y enseñanzas, porque la soledad no se pinta solo cuando no tienes compañía, sino cuando esa compañía se desvanece en la misma habitación que tú.

En mi caso, ya que mi vida no la puedo comparar con otras, claro está, la sensibilidad me agobia, observo cada halo de luz con intensidad, cada segundo es un siglo, mi cabeza es un laberinto lleno de imágenes, recuerdos, sonidos, códigos, palabras, símbolos difíciles de manejar, difíciles de guardar por separado, porque para mí todo está unido, todo es parte de todo. Cada roce, cada palabra queda gravada a fuego, eso me da la capacidad de valorar algunas cosas de una forma más fuerte, mi personalidad es afable, puerilis, esto dicho de otras personas, lo que me hace ser más frágil ante un mundo rodeado de espinas. Se siente que no se pertenece en ninguna esquina de este basto mundo, se siente que hablas en un idioma que no logra ser comprendido, y aunque sé que el mundo no es para mí únicamente, la adaptación no se maneja de modo fácil, y cuando alguien logra ver tu verdadera luz, o tú llama, es posible que se encandile o se queme, es difícil controlar, es mucha, más de lo que cualquiera puede soportar. Sí, se trabaja para moldearse a todo esto, y se trabaja con todas las fuerzas, porque no es agradable ser así, no lo es, ser una persona “única” en un mundo gregario no es tarea fácil. Y allí aparece la solución, que ante los ojos se puede ver serena, pero sabes, con consciencia que no es así, es una lucha constante nada fácil de dirigir…

En ocasiones, es un acto silencioso, naturalmente ya por el cansancio de insistir en la ayuda, cuando estas ideas salen de la boca, es un grito de ayuda, el grito de ayuda más sincero que podrás escuchar. He notada que la sinceridad es algo difícil de llevar en este orbe, deja de ser una cualidad, las pesadillas más monstruosas son las más reales, la soledad, las metas difíciles de cumplir, el insomnio, los miedos. Estas pesadillas que siguen tus pasos día a día son monstruos gigantes para mí, monstruos que me devoran sin compasión alguna, pero ¿Qué mortal puede pedir compasión?

 

  • Autor: Natalia Aleiram (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 15 de septiembre de 2017 a las 16:31
  • Comentario del autor sobre el poema: Si se consigue algún error, mis disculpas.
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 87
  • Usuarios favoritos de este poema: Antonio Recinos, romo.
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