Sus brazos siempre anhelando…
 anhelando abrazar el cuerpo eterno
 que se moja bajo la lluvia violeta,
 lluvia en cascadas mueven sus pasos
 al cielo y más allá de lo lejano
 vientos de su querer cerca
 como la boca los besos;
rosedal que en el puente se asomó
 distraídos tiempos de pasiones
 cuando los deseos se juntaron
 se acrecentó el remolino de impetuoso 
 en el rozar sus cabellos
 y su frente con sus manos tibias;
no hay más tormentas que sus manos quietas
 inmóviles mediatizadas por el periódico del ayer 
 que rumiante escasea en escenas de pasión,
 son tan sinceros los besos que no se dieron
 y el recuerdo de las puertas …
 puertas cerradas al deseo sostenido
 de la vida misma;
columpian sus corazones 
 entre mesetas de espacio llano,
 vientos soplan con fuerza
 el andar de sus pasos lentos:
 fríos, meciendo las horas
 los minutos no se cuentan
 en el pasado fugaz;
crisol de almendras en la pose
 de persona recta en su cordura…
 cordura ciega de nunca un te amo
 y en lo hondo, los cristales ahogan la pena
 por viscosos y empañados del sudor
 de no poder tenerle;
cejas perfectas …
 en el espejismo del te quiero
 nariz perfilada
 como la avenida de mayo
 un surco de espacio …
 espacio para los besos:
 suaves, tibios, honestos;
sutil brillar de la piel bronce
 que se acerca a lo cansado
 de sus días helados 
 donde reposan los caracoles
 el océano y las estrellitas de mar,
 un oasis de aventuras
 atrapadas en el silencio …
 silencio dormido
 y eterno.
 Eduardo Antonio Taborda
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                        Autor:    
     
	Andrés Eduardo de las Heras (Seudónimo) (
 Offline) - Publicado: 11 de septiembre de 2017 a las 08:13
 - Categoría: Amor
 - Lecturas: 78
 

 Offline)
			
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