Y te conocí...

 

Así es, te conocí y me enamoré,

yo aquel que no creía en el amor a primera vista

aquel que odiaba a los enamorados que caminan por las calles

aquel que había escuchado tantas y tantas historias que parecían una fantasía.

Te vi y en ese momento entraste de golpe a mi vida, desordenando todo,

sin preguntar, encontraste un lugar en mi corazón

sin pedirlo, te metiste en mis pensamientos y en ese momento, mi vida cambio

Fue un 27 de agosto lo recuerdo bien y como no recordarlo si hoy, nueve años después,

Sigo enamorado de aquella joven estudiante que conocí, con pecas repartidas en la cara,

con dedos meniques más pequeños de lo normal, con tu risa estruendosa e inconfundible,

con tus grandes ojos que parecen observar el universo entero,

 y en ellos yo contemplo mi tiempo, mi vida y el amor mismo.

No mentiré, hay días que me haces enojar al punto de la locura,

eres infantil en muchas cosas, y me desespero de tu humor cambiante,

pero ni en ese momento, dejo de agradecer a cualquier fuerza divina que te haya puesto en mi camino.

Te amo, porque tú me amas a mí, a este ser tan imperfecto, a este simple hombre,

que no tiene un apellido de abolengo, que no tiene dinero, es más no tengo ni auto,

sólo tengo el mañana y el deseo de contemplarlo y vivirlo contigo

pero así me amas tú, y lo noto cuando me miras, cuando te preocupas por mí,

lo noto cuando te ríes de mis malos chistes, cuando me apoyas en mis malos días

Y hoy puedo decir con completa certeza que estoy enamorado de ti,

pero no de ese ser divino y carente de defectos,

sino de esa mujer mortal que es imperfectamente perfecta para mí.