Diario del pájaro

Margarita García Alonso

 

 

I

 

Pájaros azules revolotean

la ausente primavera.

 

Exasperan de frío,

cantan a los Hombres

creados para destruir

al bosque lujuriante.

 

Han construido casas,

en la ciudad la rama,

la piedra, el pájaro estorban

a la ceremonia.

 

Sobre un montículo de basura

reposan las aves.

 

Las migajas de pan coronan

la insolente yerba

donde el perro vive el infierno

de perseguir la bandada,

hasta convertirse en siervo

del hombre que pregunta

si toda la vida estará

infestado de alas.

 

Le es prohibido al hombre

despellejarse de deseos,

y el hombre chifla

entre edificios,

como un insulto

desgaja a las muchachas

que envían mensajes

a la ciega encerrada

en la caseta de la lotería.

 

Nada asusta más

que un Ser

con el pie suspendido

en la bronca de subsistir,

desanimado por ángeles

que han sido expulsados

a un jardín común.

 

Nada asusta más al Hombre

   que el indigente, 

cuando abre la boca,

deja de ser desconocido.

 

Estoy tras el trigo,

compongo melodías celestes,

que arañan el pecho

y ese hombre teme

que le confundan conmigo,

este pájaro de paraíso

que recompensa a los cazadores

que necesitan trinos.

 

II

 

Como antaño,

el hombre saca el auto,

que le convierte en jefe

afectuoso de la tempestad.

 

El trigo se aparta,

el hombre baja el rostro

hasta la rueda y aplasta.

 

En el viñedo, una tribu

de alcohólicos de pueblo

busca corazones secos

un grano de embriaguez

contra cualquier bondad

 

la yerba en trance

acaba de golpear

como si fuese un hacha

 

los hombres marchan

desgajando abrigos, carteras

 

desde el montículo,

los pájaros envían mensajes

a la ciega encerrada

en la lotería.

 

Una verdadera afección

por el número

sostiene al destino.

 

En el puesto de la ciega

escucho a los pájaros

y niego de cabeza

 

si pudiera despellejar

el deseo de hombre

 

estoy tras el trigo

que corta las frases

con ruido metálico

necesito un trino

necesito los pájaros azules

que revolotean

la ausente primavera.

 

Del poemario Zupia, 2016

Existió una persona que podía entenderme.

Pero fue precisamente, la persona que maté.

Ernesto Sabato

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Comentarios2

  • Milan78

    El ser humano nace con sus coordenadas tatuadas en su alma y se pasa toda su vida tratando de cambiarlas.
    Saludos Marga

  • YA SABES QUIEN

    Este es muy bueno.

    • Margarita García Alonso

      gracias, estoy remontando este fin de semana con sus comentarios, le agradezco.



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