Chubascos

Montevidiosa Natalia Pias


Caen chubascos
en mi ciudad.
Caen lágrimas
por mis mejillas .
Caen presos
los rufianes sin piedad.
Caen monedas
En el piso y no son de nadie.


Los chubascos de la ciudad
semejan a lágrimas de mis ojos
el tiempo llora por los demás
yo lloro por ti.
la noche es lóbrega
tan negra como el olvido
Yo sé que todo lo he dado
el silencio me acoge a pesar de mi amor y entrega
JAVIER SOLÍS


Libre quiso correr el turbio arroyo
sin querer pregonarlo envanecido,
como si la propia sangre lo dejara
empujando la corriente al destino.
Fuerte rompe el cauce que lo frena
se aviva ensanchando embravecido,
la corriente encubre el vivo retrato
por empuje del agua que ha llovido.
Se reavivan los cauces de su prosa
ensalzando ese sínico de extravío,
por considerar un cauce del arroyo
como sangre del poeta agradecido.
Quiero decir alguna cosa el viento
cuando bufa rozando con la orilla,
silenciando el decir del agua clara
dormida cuando los peces sueñan.
Eterno cauce del agua guarnecida
dale al arroyo flujo y movimiento,
pones aliento rimado a esta agua
para frenar su espíritu del viento.
Porque ese agua sacra ha curado
cuando un Padre Creador se lava,
como antídoto para el Ser Eterno
sólo le falta al humano destilarla.
Inaudita quietud hermosa hazaña
soñar en ansia su pequeño cauce,
cuando se mezcle esa gota limpia
con la ova que quiere refrescarse.
A quien ha regado el Sol su alma
esa agua que ama un campesino,
un rosal que preserva lo humano
regando ese corazón seco del rio.
*** El Hombre de la Rosa ***

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Comentarios1

  • Reyshell Mendez







































    Muy hermoso lamento llegar tarde y mil bendiciones al señor de la Rosa ame leerlo





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