Brindando con mi soledad (Soneto)

Abraham Emilio

En los jardines, solo como Adán
sin Eva, sirvo el vino más añejo
brindando el invisible y cruel cortejo
y la copa chirría atroz afán.

La incertidumbre, el vicio por guardián,
seduciendo la flor al entrecejo
y el amor invisible que no dejo:
voy besando en mi mano un tulipán.

Y el vino añejo está de sed, vacío,
por entonces la sombra me abandona
junto con el ensueño y el encanto.

La residencia, mismo camposanto,
el vino ya libado descorona
la locura del llanto que es lo mío.

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