El Viajero

En el vaivén de tus sentidos, que suelen estremecerse tan solo con un grito, voraz es tu alcoba que se revela en contra de mi alivio. Separados están los vientos que acariciaban nuestra piel, y sigue siendo lo mismo y es lo que desdeña mis esperanzas, atraviesa mis penas y se van uniendo todas las piezas aun cuando veo como mi vigor se desarma. Una luz radiante aguarda al final del camino, no me atrae ni se aleja, solo se encuentra allí a la espera, mientras trato en sacudirme de la escoria que me atrapa, esa camisa tosca que intenta hacerme su eterno cautivo, sumergido en el fango de mis rudimentos a lo que con coraje recurro sin ningún tipo de correspondencia, hundido en artificios, rodeado de santuarios de suntuosidad, y sin percatarme me voy convirtiendo en un accesorio más de mercadería irracional, simulando ser un atenuante de los tormentos, a cambio de vacunas que entorpecen la agudeza de mis pensamientos ¿Y cómo zafarme de estas cadenas que se aferran a mí con tanto ahínco? ¿Será atrapando aquel aire que un día se perdió en un tumulto, huyendo a tierras lejanas para hallar consuelo? Y así me he convertido hoy en un peculiar viajero, que navega en las profundidades del destino y se despoja de las extrañas corrientes y en un sublime delirio desembarca de nuevo en aquella orilla donde sopla el frió respirar de tu súbito aliento.