Primera lluvia

Kevin_AfGo

Comienza el mortal rito,

poco a poco, como ave precavida

he establecido mi lúgubre nido.

 

La cabeza virada atrás para

poder sentir el movimiento del planeta,

el cuerpo abandonado en el olvido,

ejército de incontables sonidos que drogan

el cerebro para permitirle viajar a

la parte más abisal del infierno…

la memoria.

 

La lluvia solidaria

acude para dejar los sentimientos fluir.

Recuerdos de un tiempo lejano,

recuerdos de un tiempo no tan lejano,

guitarras violentas como intentos

de hacer latir el corazón convertido en

piedra del pobre paciente.

 

Algún feliz dijo una vez,

no sé quién,

que el universo se rige por

acción y reacción.

Mas se olvidó de los siguientes pasos:

recordar, revivir, arrepentir.

 

La mano fría que aporta candor al alma

negra como la noche sin luna,

acaricia el desprotegido pecho,

la mano triste de la vil pregunta

¿Por qué?

¿Por qué la prosa de nuestra vida

tomó esta vereda y no otra?

 

Los tambores tribales acuden

para levantar el encayado espíritu.

Mas en vano, nos levantamos de la cama

de vidrio.

Mas en vano nos desembarazamos de

las blancas sábanas,

tan resplandecientes que

igual que el sol, símbolo de la vida al

que después de mirarlo tanto,

ciega nuestros ojos y sume

nuestro ser en las más certeras tinieblas.

 

Y yo vuelvo a preguntarme por qué…

 

No dejo de contemplar

los desconocidos rostros de

amigos, familiares, antiguos amores.

 Miro sus cuerpos rebosantes

de luz con el anhelo y la envidia que el niño

cubierto en sangre y aullante,

siente al ser rechazado por su madre

al nacer, sellando como esto,

por siempre jamás,

el signo que dará significado

a su significante.

 

Y yo, rodeado por el agujero negro

que traga esta luz inocente,

soy devorado de las miradas de los demás,

soy visiblemente invisible.

 

Me pregunto por qué no soy

poesía y, en cambio,

soy teatro, unas veces de actor,

la mayoría de público.

Vuelvo al cuadro imaginario que,

si mi voz queda expresar pudiese,

desearía pintar.

 

Siempre tengo sed, pero

¿De qué?

Soy un grupo de carne, polvo estelar,

y electroquímica que funciona

para sentir lo que nombrar no sabe.

Y es entonces cuando todo cobra sentido…

Es entonces cuando lo único

que para la cuchilla, son los susurros atronadores

del gélido viento que abraza y el húmedo beso de la lluvia,

únicos padre y madre

del hombre abandonado en la industrial

selva de salvajes de etiqueta.

 

Ven a mí padre del Norte, que

recorres la tierra, ven, y

abrázame para sanar

las ardientes heridas de mi alma.

Envuelve mi cuerpo con tu

frío abrazo hasta congelar

mi más caluroso vaho y, así,

sonreír una última vez.

 

Ven a mí madre acuosa, que

caes del cielo, ven, y

permíteme cubrirme contigo.

Deja que la vida que corre

en mis ocultas sendas, verdes

como los bosques primigenios,

se una a ti bajo el cielo, sobre el suelo…

gota sobre gota…

Lástima que no llueve eternamente.

 

Fimbultýr

  • Autor: Kevin_AfGo (Offline Offline)
  • Publicado: 12 de mayo de 2017 a las 04:28
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 83
  • Usuario favorito de este poema: BambĂș.
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Comentarios1

  • BambĂș

    ufff... Bestial... me ha impactado



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