Sigo a aquellos únicos que sueltan polvo mágico tras sus andadas, seres enfermos de inocencia, revolucionarios que hace mucho dejaron de pensar para hacer, para sentir. Locos dementes, hijos de los espontaneidad, seres oscuramente brillantes.
Aquellos que reencarnaron en las emblemáticas figuras históricas, como bohemios que entendieron que todo va más allá de "una vida humanamente normal", esos que abandonaron todo para conseguir nada, y en esa minimización encontraron el todo, su todo.
Valientes que persiguieron sus ideales hasta las últimas consecuencias, héroes de la historia, se fueron y se van cómo llegaron, hoy yacen bajo precarias tumbas. Son los que creyeron que podían cambiar el mundo y lo hicieron. Vivieron en la miseria para luego dormir con una conciencia tranquila, para ser gloria.
Sólo aquellos se interesan en mi, y yo en ellos. Tenemos una visión demasiado diferente para concordar con el resto, con tanta monotonía. Nos tildan de locos y tan sólo somos diferentes, porque cuando alguien opina diferente se lo trata de loco y así se pudieron encerrados grandes genios en la historia, otros tantos quemados en la hogera y también los que soltaron un grito ahogado en la horca.
Aquí estamos los diferentes y los raros, cambiando el mundo en un silencio que algún día hará un estremecedor ruido.
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