El abismo

Heliconidas

¡Oh, deífero! Te propongo el siguiente ejercicio:
Imagina que estás al borde de un profundo abismo.
Contemplas su despiadada tenebrosidad mientras
el bramido del viento helado acaricia tu rostro.
En eso, poco a poco, vas sintiendo que no solo
tú eres el que mira, sino que también el abismo
es quien mira dentro de ti. Y así, por vez primera
sientes en tu corazón la angustia más insondable.
Una oscura soledad que te devora por dentro
porque al fin entiendes que, en realidad, estamos solos.
No hay reconfortantes conspiraciones que le den
un sentido al caótico mundo en el que existimos.
No existen ángeles, ni demonios, ni alienígenas.
Dios se halla tan solo en la mente de los que creen.
No hay control, y esa es la verdad más aterradora.
La desolación más completa. Intenta sentirla
nacer dentro de ti, como una luz resplandeciente.
Solo tu: el ser y la nada. El género humano
es un relámpago en la eternidad de las tinieblas.
No habrá edenes empíreos ni banquetes exquisitos.
La inmortalidad no es más que un carcomido recuerdo
vagamente irradiado en el espejo del olvido.
Nunca existirá recompensa del mal infringido
ni nadie socorrerá el clamor de los afligidos.
Tú, como todo lo que perece en el universo
estás hecho de polvo y silencio. Viento y cenizas.
No volveremos a ver a nuestros amados muertos
y a la nada partiremos junto a ellos por siempre.
¡La Nada, querido amigo! Intenta imaginarla.
Y sin embargo, a pesar de esa epifanía,
aún sientes que la vida es un don maravilloso,
un dulce y piadoso regalo del azar bendito,
que te concedió traspasar el umbral de la gracia
entre miles de miríadas que no serán nunca.
Y te sientes impulsado en el sentir de tus ansias
porque revelado te fue el sentido de la vida
como algo a lo que solo tú debes darle sentido…
Entonces, caro amigo, hijo del día y la noche,
significa que tu fe no es un niño temeroso
y débil que llevas en tu corazón escondido,
ni un producto mercantil hijo de la necesidad.
Sino que tu fe es inexpugnablemente fuerte
como las altas murallas del mismísimo cielo
y su poder envidiable hasta por los mismos dioses.

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  • Autor: Heliconidas (Offline Offline)
  • Publicado: 17 de abril de 2017 a las 00:46
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 83
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