Señorita Cereza I (Enjoy)

Raul BeN



Cuando estuve a punto de dormir me entro la sensación de recordar mis días cuando solía escribir en máquina, eran tiempos nublados, eran momentos que solía ir de aquí para allá sin razón alguna.

Por las noches habitualmente soy de leer libros. La música ochentera me acompaña haciéndome sentir parte de una época al cual no he pertenecido, sin embargo,  cómplice  de aquella generación tarareo al ritmo del teclado. Esa esencia del pop-punk, sin uso de bajos, guitarras, temas demasiado adolescentes,  ni aceleraciones inútiles como las vemos hoy en día,  me lleva a pensar,  que tal vez antes disfrutaron de una música de verdad, la buena música que complementa tu ser, lo más recóndito de tu ser.

Pero a través de ello, medio entre las consecuencias de esos tiempos y resalto que el término común de esas melodías eran los pubs, discotecas, bares de ambiente, bares modernos. Claro, las luces de colores en ese entonces eran la sensación. Pero aún era insoportable pensar que podían convivir con toda la onda de baladas de oro, y romanticismo heterosexual haciendo hincapié del desamor de los aventureros jóvenes, y todo tipo de experiencias idealistas, que la generación anterior recordará y defenderá hasta su muerte. Pienso que debería ser igual con la música ochentera. Sin embargo, el auge del rock alternativo y las movidas recientes echaron a perder poco a poco a la nueva ola, dejándola sólo en la historia de los salones de baile, o los retos de historia de la danza. Claro está. Un gran espectáculo. 

Así comienza este relato.  Ella se hallaba  sumida en libros de  ciencias y filosofía mientras yo me atrevía a seguirla a una corta distancia de ella, no hace mucho que la conocía desde aquella vez. Dicho sea de paso solo de vista, solía ella frecuentar siempre en el mismo paradero frente a frente o a veces solo de paso,  aún recuerdo la primera vez que la vi  fue una extraña sensación, un presentimiento supe que era ella.. No sé cómo explicarlo, simplemente lo sabía. Era como si el destino fuese trazado, sin entenderlo porque las casualidades no existen.

Era el ámbito del romanticismo literario de lo imposible,  mis tardes fueron transgredidas por la opresión y la voluntad de volver amar sin poder conocerla aun.  Por eso los debates y  las tertulias nocturnas me llevaban a un largo desosiego por saber más de ella, por querer llegar al paraíso,  pero  poco después supe que ella tenía dueño,  fue como caer directo al  vacío,  siempre suelo llegar tarde.

Ella era causa de admiración, respeto y siempre me preguntaba si noto mi presencia todas las veces que siempre solía espiarla, con ternura, pasión y atrevimiento a lo innegable. Deseaba ser el protagonista de su vida, ser el centro, que tan poco valgo, para depender de algo así me reprochaba por sentir algo así, y bueno me sentía estúpidamente infantil, Leslie se apoderaba de mis noches intelectuales a pesar de ser toda una dama y pertenecer a alguien, me negaba a creer en aquello.

El arte es expresión, solo eso! es un símbolo que esconde todo un universo, si guardas un nivel de consciencia elevado. Yo no decía más, creía que era un fanatismo, un ego superado mil veces desafiando, Ella rebatía aceleradamente cada una de mis estocadas, según yo, arteras. Invulnerable ante mis razonamientos me conmovía al punto de excitarme y encender esa lujuria que traía a escondida, una lujuria intelectual. Quería conocer cada vez más de ella, y no limitarme a las abstracciones de la filosofía y la dialéctica. Eran esos momentos vacíos en que ella me miraba fijamente y no atisbaba a decirme nada, ese silencio era tan frío que nos aventurábamos a seguir con nuestras vidas efímeras, del socialismo pragmático y el gentilicio sintético.

Continuara.  

  • Autor: Raúl BeN (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 8 de abril de 2017 a las 23:47
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 26
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