¡Oh, pérfido troyano cuan hermoso,
de encanto varonil ejemplo eterno,
¿por qué me abandonaste en este infierno
de amarga soledad, en este foso
profundo, oscuro, frío y angustioso,
en esta copia del terrible Averno,
después de haberme dado tu amor tierno
e incluso que el Elíseo más gozoso?!
¿Qué alma de mujer sería tan fuerte
como para no hundirse, tras perderte,
en este abismo de insondable pena?
Ni una mujer con alma de sirena
podría resignarse a no tenerte
si alguna vez de ti se sintió llena.
Osvaldo de Luis
Comentarios1
Muy bonito...!
Un gusto pasar a leerte...
Saludos amistosos de
Peregrina
Muchas gracias. Un cordial saludo.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.