El Lobo

Jesus Alejandro Reina

Desde los trazos moribundos de un sol de invierno,
los destellos y selajes entre la nutrida vegetación
Anuncian,
la presencia del emperador de los silencios.
Desdes las fauces negruzcas de un bosque,
desde, los nórdicos esbozos de la niebla
emerge, con estilizada elegancia...
El lobo blanco.

Con la majestuosidad de su gélida dinámica,
la bestia pasillanea sin prisa.
Sutil, como los pasos de un querube sobre el cielo,
en busca de carne y muerte,
el príncipe de nieve y sangre
recorre sus dominios.

Sus ojos,
como un espejo de millares de esmeraldas,
Claman piedad al horizonte.
Criatura de paso firme y sagaz,
sentellea,
sobre las noches de octubre en solitarios abismos;
los tristes lamentos de un amor perdido,
que recorren como espectros de luna
los confienes más febriles y
los griales más amargos.

Su penar levita bajo el éxtasis de sus infernales aullidos,
como almas corruptas por sed de descanso.

Es el caballero de hielo,
El señor de las condenas.
Que sigue allí,
desde los inicios del mundo,
cantando sin más que el retorno de sus ecos,
las alegorías de una bestia maldita.

Sedienta,
sedienta de sangre y tormenta,
venganza,
Hambrienta de redención...

Así pasa el principe de los bosques,
su desdichado destino.


Solo está...
El gran lobo blanco.

Lleno de sombras y demonios
lleno de culpa e infierno.

 

 

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Comentarios1

  • kavanarudén

    Precioso
    Una creatura hermosa el lobo blanco. Lástima que se le persigue y asesina.
    Un hermoso poema
    De mi parte un abrazo



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