Es otoño,
y el malentendido entre las luces subsiste.
Montones de ramas esperan en un rincón del jardín
el quehacer de alguien que las atienda.
¿A qué acallar las voces de los lobos dispuestos al ultraje?
El verde jardín los llama.
En cada hombre existe la incuria
pero también la fuerza que adelanta.
En mí, el desequilibrio se extiende como el de las bestias
buscando abrigo entre las piedras.
Porque yo también soy lobo, en la belleza del deseo
y el temor del vértigo en la sangre.
GuillermoO
Direc.NAc.del Derecho de autor
y
Comentarios1
Muy bueno este poema. Saludos desde Caracas
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