Te me clavas en la carne ¡oh, Cristo redentor!
don del cielo, lámpara encendida;
"el camino, la verdad y la vida".
Hasta tus prendas llegó tu dolor oh, eterno;
dolor de muerte amarga,
dolor pálido, dolor infinito.
De púrpura se tiñó tu historia;
de la púrpura de tu sangre;
de tu sangre limpia, incontaminada,
sin mancha de corrupción.
Pero el dolor en tu alma fue mayor;
allí brotaron lágrimas desechas en la soledad;
allí oh, Cristo, el desazón te apagó.
"Acabó contigo el desprecio de tu pueblo".
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Autor:
Christian Jovani (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 19 de marzo de 2017 a las 17:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 350
Offline)
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