Infante infausto cuyos falsos fastos
nefastos y su efímero alborozo
al viejo necio engañan como al mozo
pues muestran oros pero esconden bastos,
deidad que en faunos mutas a los castos
sumiéndoles del Báratro en el pozo
y que en las bolsas causas gran destrozo
del pobre y del magnate con tus gastos,
trabajo como Heracles no los tuvo,
plaga como en Egipto no las hubo,
de Adán y de su prole archienemigo,
poder que incluso Marte no contuvo,
a gritos y con rabia así te digo:
¡por todos tus desastres te maldigo!
Osvaldo de Luis
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