En ese descenso pausado que tienen las hojas al caer
 se duerme el tiempo en el vuelo
 y se acompasa el corazón al último viaje
 retrasando latidos y olvidando lágrimas.
Ese cuarto de minuto de belleza distraída
 permite la despedida de la rama que fue cuna 
 mientras acaricia el aire vertical de su único vuelo
 para llegar al final, a tapar el suelo.
Y desde abajo, hecha ya alfombra de caminantes
 formando parte de la tierra que siempre ansió
 sonríe la hoja por el envés de su revés
 porque forma parte ya del universo terrenal.
 
Después de haber vivido una vida de pájaro sin alas
 entre los versos de una estrofa vegetal,
 rueda, corre, vuela, al libre albedrío del aire libre
 sin frío en sus nervios 
 sin cadenas arbóreas
 feliz de no tener raíces.
Y la hoja, estremecida con un extraño amanecer
 me dijo, por el pequeño tallo que aún le perduraba:
Ruedo, corro, vuelo, 
 ya soy feliz y libre.
 Y por si mi vida ahora fuera corta
 y para que mi árbol no me olvide
 escribe Felipe Espílez
 en estas frágiles líneas mi memoria.
 Constancia persistente para la historia
 
Y así lo hago, mientras el tiempo se deshoja
 en la redonda noria de la vida.
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                        Autor:    
     
	Felipe Espilez Murciano (
 Offline) - Publicado: 15 de marzo de 2017 a las 09:47
 - Categoría: Sin clasificar
 - Lecturas: 81
 

 Offline)
			
Comentarios2
Mi bonita ese natural desprendimiento de la hoja antes de caer al suelo con libertad, igual que la vida, mi amigo cuando buscamos la felicidad, a través de ese vuelo por el tiempo. Un gusto leerte, saludos Felipe
Gracias Fabio. Un fraternal saludo.
Me gusta la bella analogía hecha de la vida que va entre la rama y su ansiado descanso en la tierra.
Gusto leer tu poesía amigo Felipe
Muchas gracias. De mi parte y de la hoja.
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