Cuando era tuya, de tus fuertes brazos
ansiaba aprisionarme en las cadenas,
brindarte todo el año nochebuenas
atado de mis piernas a los lazos,
romperte a dentelladas en pedazos
tus carnes apolíneas y morenas
o apretujar su pulpa a manos llenas
y encaramarme al Cielo en tus abrazos,
y desde que me diste la estocada
horrenda de dejarme arrinconada,
igual que a un cachivache, en este frío
y lúgubre destierro, de tu brío
viril y de tu carne idolatrada
la gloria con más ansia incluso ansío.
Osvaldo de Luis
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