En dos mitades, cual mi pecho, roto,
sutil torrente de fulgor divino,
tocado, por tan bello, peregrino,
palio de encantos sin igual ni coto,
al fuerte Noto angélico alboroto,
aura de un oro como no hay tan fino,
de la más bella faz dosel vecino
a cuya vista mi placer no agoto
es, sañuda Amarilis, tu cabello,
de tu alma cumbre las solares llamas
que con donaire sin rival derramas
por el blancor de tus mejillas, cuello,
hombros y espalda de nival destello
y por tu pecho, con que no me amas.
Osvaldo de Luis
Comentarios2
Muy lindo soneto.
Saludos
Muchas gracias y un saludo.
Como siempre, Osvaldo, con ese clásico sabor renacentista. Abrazos en la poesía.
Cordiales saludos, Franco.
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