Dedicado a nuestros inolvidables fabulistas.
A la noche y al día peleaban
un par por agradar a su dueño;
y en gatuna reyerta olvidaban
que la sangre tornaban beleño
porque sin motivos se escamaban.
Pero cuanto más lo demostraban
tanto más les vencía aquel sueño;
que nada a los felinos les daban
los hombres de bolsillo cenceño,
sino que las comidas restaban.
Así les rindió la flaca edad,
en que se jubilan los oficios,
sin más que fastidio y parquedad.
Que no sacaron más beneficios
que librarse en su inutilidad
de palos e impagados servicios.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.