Padre mìo

Samuel Santana

Padre mío, padre mío,

siempre te vi en los

rocíos de las mañanas

cuando salías al camino

con tu voz dulce atada

al macuto.

Tus pasos eran como

destellos de luces,

de paz y de esperanza

para ojos que miraban

callados sobre árboles

y tras amarillentos girasoles.

Apegada a tu ropa literal

estaban pedazos de tierras

usurpadas por las manos

crueles de aquellos que

arrebataron alforjas a los

plantadores del pan cotidiano.

Yo siempre estuve a la puerta

vigilando tu rostro como el

ruiseñor a la alheña.

Nunca dejé que cruzarás sólo

las amargas aguas ni las ascuas

de fuego que atravesaron

tus caminos.

Sostuve tus manos con la fuerza

del huracán, humedecí tus labios

con las gotas rodantes que tomé

de las amapolas silvestres,

sequé tus lágrimas con canto

de pájaros e hice que

rejuvenecieras con el vigor

de mi fuerza.

Padre mío, padre mío,

tus palabras me llegaban

como el incendio forestal y

como el dulce de cien colmenas.

El olor de tu cabello flotaba

en colinas, en desiertos, en

valles y por montañas.

Bajo mi blanca almohada

guardé tus consejos.

Ellos duermen conmigo.

El color de las nubes

borrascosas y el estrépito

de las olas contra las peñas

me recuerdan tu nombre,

sonoro y tan alto como la

espada de un gran guerrero.

 

  • Autor: Samuel Santana (Offline Offline)
  • Publicado: 24 de noviembre de 2016 a las 15:07
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 63
  • Usuario favorito de este poema: Kalianali.
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Comentarios1

  • Nhylath

    Que sentimientos tan hermosos para tu padre, convertidos en bellos versos llenos de amor!...Mi cordial saludo
    Nhylath



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