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Cuando llegó el buen hermano a su huerto estaba dispuesto a sufrir en manos de la chusma , porque sabia que tarde o temprano lo encontrarían aquellos que son como él para seguirlo, así como aquellos que  son diferentes a él , para atacarle.
Pues en el mundo había dos clases de hombres, los iguales y los desiguales.
Por eso fue a la plaza del mercado de la ciudad de los lobos a anunciar la buena nueva:

!Qué me importa a mí el martirio, si me lo proporcionáis vosotros!

Largo tiempo pasó en soledad después de dichas estas palabras,  hasta que al cabo de unos meses aparecieron sus ayudantes, llamadas por él: sus semejantes.
Largo tiempo paso sobre la tierra cultivándola  junto con su dolor, sabiendo que ambas cosas darían su fruto, pues el dolor y el esfuerzo da siempre sus frutos.
Oremos hermanos:

el dolor y el esfuerzo da siempre sus frutos.

Por eso vinieron a robarle la chusma.
Oremos hermanos:
Por eso vinieron a robarle la chusma.

Ellos eran los desiguales que esperaba, de ahí que fuera el buen hermano al mercado donde estaban los lobos comprando, y así les dijo el día del mercado:
Tomar de mi campos sus frutos y mi trabajo, pues es mi carne y mi sangre mi huerta.
EL populacho al escucharlo, tuvo eso que los psicólogos cognitivos llaman: vergüenza momentánea.
Pero el populacho es como la mujer, que enseguida cambia las cosas de lugar cuando no le gustan.
Y a la chusma de la ciudad de los lobos no le agradaba sentir vergüenza porque todos querían ser corderos como el buen hermano.
Así que olvidaron las ironías, y siguieron tomando el fruto del trabajo ajeno diciendo:
qué nos importa el prójimo, que nos importa el trabajo, que nos importan los pobres, somos corderos.
Y los corderos desangraban al buen hermano y a sus ayudantes, dos pobres mujeres que le miraban desconsoladas, y este trataba de reparar su estado de tristeza con bellas palabras:
Resignación y prudencia hermanas.
Ya se cansarán algún día de dar tanto asco.
Recordar, nosotros tres somos los últimos seres de la ciudad de los lobos. Nadie cuenta con nosotros. Estamos por debajo hasta de la chusma.
Notó que al decir esto las mujeres se ponían tristes, y como el buen hermano no era muy bueno adivinando en que piensan las mujeres, pero si hablando, prosiguió su alegre discurso:
¿ habéis oído hablar de la chusma?
La chusma se extiende por todo este valle. Son huecos seres que soplan botellas vacías, sus rostros, reflejo deforme en latas de vidrio. Escoria amontonada por el sistema concentrada en una clase social que se ahoga en levadura de cerveza.
Escuchar sus voces, llegan hasta nuestro jardín.
Sus ayudantes, asustadas se dieron las manos y escucharon esta palabras:
Piedad, compasión, humanidad.
Y el buen hermano riendo así habló:
Este es el secreto de la adaptación a la vida de la chusma de la ciudad de los lobos.
Hasta en el parlamento se escucha.
! tan alto ha llegado la chusma!
Han asaltado el cielo.
Y emplean esta terrible blasfemia:
Humanidad.
Y ahora orad conmigo:
Blasfemia es la palabra humanidad en sus bocas.
Paz y bien.

Angelillo Uixó.

  • Autor: Angelillo de UIxó (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 21 de octubre de 2016 a las 07:44
  • Comentario del autor sobre el poema: escrito de paz y bien lleno de motivación para seres inferiores.
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 71
  • Usuario favorito de este poema: luno.
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