Una noche joven
que empezaba a envejecer
nos llevó como una ola
en un mar bravío
salpicados por una llovizna 
a una mesa redonda y solitaria de un bar
de la calle Padre Ayala.
En tan sólo treinta y tres minutos 
llovieron bajo el techo oscuro
miradas con lujuria 
frases con deseos 
caricias con fuego
y empujones al desnudo.
Sentados allí 
empezó aquel roce de pieles
que ahogó mis dedos en su placer 
sus labios dejaron su marca
impresa en todo mi cuello 
y su boca hambrienta
terminó llenándose de mí.
WBelDe (Derechos Reservados)
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                        Autor:    
     
	WBelDe (Seudónimo) ( Offline) Offline)
- Publicado: 17 de octubre de 2016 a las 16:28
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 62

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