Pasos a la mujer bajo el árbol (1)

coleccionista de atardeceres

Quizá nunca pueda describir del todo la maravilla de dormir con sus manos en mis manos.

Como ayer, bajo el sol diurno de las tres, cuando al recobrar el sentido apareció acostada frente a mí, mirando mi alma, mientras le rezaba al amor y su corazón cantaba fuerte.

El calor que brotaba de su pecho me golpeaba como olas en tormenta y éstas terminaban por deshacer mis remolinos  y transformarlos en dulce bonanza de un día en Abril.

Me besó la frente y me dio la espalda.

Su femenina figura embonaba en mi, de tal manera que si nos veían desde afuera, a través de la ventana, nadie sabría en donde empieza uno y donde termina el otro.

Busque sus manos con mis manos  y cuando las encontré estás se unieron también.

La vida se vive a segundos, jamás a minutos, ni mucho menos a horas, y a penas en esos en que me acoplé a ella, me di cuenta que quizá, la vida me había creado una persona ideal...

Sus manos calientes no dejaron que me enfriara.

Sentí como la esencia de su cuello y el aroma de su cabello, se mezclaban tenuemente al ritmo de su respiración, quedando lentamente perdido (de nuevo) en las sombras bajo mis párpados y dejándome llevar por la seguridad de que ella tenía que estar justo ahí, en ese mismo instante y nadie más .

Ella y solo ella me daba la seguridad de que mientras me tomara de las manos la luz no se iría nunca, y por supuesto tenía la certeza de que no desaparecería al despertar...

Fui inmensamente feliz.

Lo que sigue de estás imágenes empapadas en paz, es un estado de ir y venir de mi propio Nirvana al que tenía acceso cuando juntaba mi anima con la suya...

  • Autor: coleccionista de atardeceres (Offline Offline)
  • Publicado: 11 de octubre de 2016 a las 23:19
  • Comentario del autor sobre el poema: Las mentiras verdaderas de la mujer bajo el árbol.
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 41
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