El funámbulo

Caramelo de Ricina

Intenté escribir sobre nuestra historia,
contarla con una tonalidad cálida
bastante pretenciosa.
No funcionó así que acá estoy
armando una cadena de palabras
sin aspiraciones.

 

A nadie iba a engañar
describiéndote como una diosa
que no rompe corazones cuando
se da cuenta de que se acuesta
con seres humanos
que fallan por naturaleza.

 

¿Quién se hubiera creído
que te fuiste dulcemente
sin apagar las luces?
Nadie,
porque no fue así.
Antes de irte
te aseguraste de que me tragara
la oscuridad más oscura
y que mis pies fueran dos bloques de cemento.

 

No lo superé
pero
tu despedida ya es parte de mí,
vive entre mis carnes,
como un órgano más
que a veces me duele.

 

Afortunado el que esté fingiendo
no ser humano
entre tus piernas,
que disfrute el sueño que sos.

 

Mientras empacabas escupías muchas excusas,
ninguna convincente,
pero
fue lo mejor que hiciste por nosotros.

 

Te molestaba que fumara
cuando el humo de mi cigarrillo
era menos nocivo
que tu aliento.

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