Crónica de un amor ficticio.

Moisés Sánchez

Coqueteaban, pero no como acostumbraban, en sus miradas era más que obvio el deseo; la pasión estaba a flor de piel, solo esperaban una chizpa…

-¿Un beso?
-¿Una caricia?
Tal vez algo más insinuante, ¿Qué tal si el tirante caía?... El máximo riesgo era que le gustara, que usted tomara el control en ese cuarto que se hizo nuestro fuerte, un nudo pasional.

Cayó la noche y junto con ella el tabú de sentir un cuerpo desnudo, la oscuridad es lo único que intervenía para vernos, pero ¡A quién le importa!; yo buscaba rápido pero sin desespero esa parte suya que la hiciera gemir; sus uñas necesitaban dejar marca en mi espalda, pues sus labios estaban ocupados besándome como si fuera la última vez que lo hiciera. Me quería dejar en claro que usted era mía y que yo era suyo.

Entonces comencé a bajar por su cuerpo, su cuello fue el primero en ceder.
Su pecho acobijaba con aquellos senos de piel tan tersa que me hicieron sentir que era el sitio perfecto; pezón a pezón me guiaban los latidos de su corazón y les entendí que si lo hacía bien, lo seguiría haciendo.
Mis manos acariciaban sus glúteos sublimes, maravillosos, deseosos de más al igual que cada poro que se ofendían, pues no a todos los había acariciado.
Su cadera se movía al vaivén de mis besos, su lengua deseaba más.
Le di la vuelta y exploré su espalda con estos labios inquietos, su nuca era la sensibilidad en esencia.
Mis oídos deseaban escuchar entre sus gemidos que era mía, más no había porque esperarlo porque su cuerpo lo admitía.
Bajé a tal punto que comencé a bailar dentro de usted al ritmo de la ocasión, ambas caderas parecían que se conocían de años pues el momento era perfecto. Magia, fue magia pura.
Exhaustos pues motivos habían para estarlo, se habían vaciado nuestras ganas de más, se dio cuenta de que yo fu capaz de convencerla sin siquiera tocarla y para mi sorpresa, me di cuenta que usted lo gozó tanto que se entregó del tal forma que yo era capaz de sentir su sudor en mi pecho, sus manos recorriendo mi cuerpo y su boca saboreando cada parte de mi mientras con sus ojos me enganchaba a usted para nunca más salir.

Su cuerpo es perfecto, lo sé, puedo sentirlo y cuando llegue mi tiempo se dará cuenta de cuanto la estimo, de cuanto la quiero, pero sobre todo de cuanto la deseo.

  • Autor: Moisés (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 13 de septiembre de 2016 a las 19:55
  • Comentario del autor sobre el poema: Más bien, es una forma sutil de compartir un recuerdo.
  • Categoría: Erótico
  • Lecturas: 50
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