COMO EL POPOCATÉPETL

ALVARO J. MARQUEZ

“Me sumerjo entre cenizas que aún arden,/ porque han sido fuego que quema porque sí./ Sé que arderán más, no importa que tarden…/ terminarán llenándome de ti”.

 

De tanto pensar en ti ahora se me ha ocurrido

así, de pronto, compararte con un gran volcán;

no vayas a preguntarme por favor cómo ha sido,

son mis locas ideas, tú sabes… ellas vienen y van.

 

Un volcán famoso como el Popocatépetl mexicano,

que con su fuerza impresione, con su pasión arrase.

Que no sea tan sólo amenaza o puro rugir en vano,

que sea pasión bravía que me envuelva, me abrace.

 

Una montaña que estalle y estremezca su estallido,

que me queme su lava como en tu piel me quemas;

que sea tan avasallador como el amor más sentido

y deje espacio en tu alma para escribir mis poemas.

 

Compararte con un gran volcán no es un disparate,

tienes su fuerza, su pasión, me demuestras su brío

y es de esperar que tu furia al amar toda se desate

y baje tu lava ardiente para invadir este cuerpo mío.

 

Explotas como el Popocatépetl, para nada exagero,

son llamaradas de fuego esos besos que me llegan.

Estar muy metido en tu cráter es lo que más quiero

y oír tus explosiones, orgasmos que no se te niegan.

 

Un volcán a veces avisa antes de mostrarse activo,

pero hay ocasiones que no… y simplemente estalla.

por eso ahora este poema pensando en ti escribo

por si explotas con la pasión que en tu ser se halla.

 

Al Popocatépetl lo han visto, hasta lo han escalado

y yo seré quien escale en tu cuerpo todas tus cimas.

Sabrás que mi poema es tuyo, no se habrá borrado

y que brota de mi alma inspiración para estas rimas.

 

¡Estalla volcán! Quiero arder en tus prominencias,

exhala un “te amo” que mil “te amo” me parezcan.

Que detecte vapor como sueños con tus esencias

y amando toda tu desnudez mis deseos… crezcan.

 

Original de Álvaro Márquez

Caracas, Venezuela

Derechos reservados

Libro: http://goo.gl/YYLd72

Correo: [email protected]

Twitter: @poreros

Imagen: de Google

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Comentarios5

  • Marc Tellez Gonzalez

    Me llamo mucho la atención tu verso.

    Sabes que vivo en Tlaxcala, y desde ahí se ve el Popocatepetl y el Iztacihuatl.

    Tu verso me ha gustado mucho, por lo que de manera respetuosa quiero compartir esta leyenda que va muy bien a tu verso.

    Tiene tiempo que no nos saludamos.

    Marc.

    Hace ya miles de años, cuando el Imperio Azteca estaba en su esplendor y dominaba el Valle de México, como práctica común sometían a los pueblos vecinos, requiriéndoles un tributo obligatorio. Fue entonces cuando el cacique de los Tlaxcaltecas, acérrimos enemigos de los Aztecas, cansado de esta terrible opresión, decidió luchar por la libertad de su pueblo.

    El cacique tenía una hija, llamada Iztaccíhuatl, era la princesa más bella y depositó su amor en el joven Popocatépetl, uno de los más apuestos guerreros de su pueblo.

    Ambos se profesaban un inmenso amor, por lo que antes de partir a la guerra, Popocatépetl pidió al cacique la mano de la princesa Iztaccíhuatl. El padre accedió gustoso y prometió recibirlo con una gran celebración para darle la mano de su hija si regresaba victorioso de la batalla.

    El valiente guerrero aceptó, se preparó para partir y guardó en su corazón la promesa de que la princesa lo esperaría para consumar su amor.

    Al poco tiempo, un rival de amores de Popocatépetl, celoso del amor de ambos se profesaban, le dijo a la princesa Iztaccíhuatl que su amado había muerto durante el combate.

    Abatida por la tristeza y sin saber que todo era mentira, la princesa murió.

    Tiempo después, Popocatépetl regresó victorioso a su pueblo, con la esperanza de ver a su amada. A su llegada, recibió la terrible noticia sobre el fallecimiento de la princesa Iztaccíhuatl.

    Entristecido con la noticia, vagó por las calles durante varios días y noches, hasta que decidió hacer algo para honrar su amor y que el recuerdo de la princesa permaneciera en la memoria de los pueblos.

    Mandó construir una gran tumba ante el Sol, amontonando 10 cerros para formar una enorme montaña.


    Tomó entre sus brazos el cuerpo de su princesa, lo llevó a la cima y lo recostó inerte sobre la gran montaña. El joven guerrero le dio un beso póstumo, tomó una antorcha humeante y se arrodilló frente a su amada, para velar así, su sueño eterno.
    Desde aquel entonces permanecen juntos, uno frente a otro. Con el tiempo la nieve cubrió sus cuerpos, convirtiéndose en dos enormes volcanes que seguirán así hasta el final del mundo.

    La leyenda añade, que cuando el guerrero Popocatépetl se acuerda de su amada, su corazón que guarda el fuego de la pasión eterna, tiembla y su antorcha echa humo. Por ello hasta hoy en día, el volcán Popocatépetl continúa arrojando fumarolas.

    • ALVARO J. MARQUEZ

      Interesante historia hermano y cuadra perfecto con mi poema. Un gusto saludarte, abrazos.

    • Amalia Lateano




      Amalia Lateano

      ...Y no hay subjetividad posible ,ni en los versos.

      Claro y certero como siempre para con esos privilegios que

      ni se ganan ni se merecen...


      Excelente


      Abrazos





      ...Y no hay subjetividad posible ,ni en los versos.Claro y certero como siempre para con esos privilegios qu ni se ganan ni se merecen...


      Excelente


      Abrazos

    • David Arthur

      Mucho deseo, mucho fuego en tus sensuales palabras de amor Álvaro.
      Debes estar muy enamorado amigo.

      Un gusto leerte de nuevo,

      Un abrazo,
      David

    • alicia perez hernandez

      Me encanta tu poema... hasta creo que me lo llevo... lleva lago de mi... MÉXICO... como es el Popocatépetl ,
      y te quedo espectacular, la pasión y el erotismo, en sublime belleza...
      eres un bello, que escribe bello, besos, abrazos y saludos
      -que gusto volver a leer tu poesía-
      soy tu fans número uno.

    • Margarita Dimartino de Paoli

      PRECIOSOS VERSOS LLENOS DE ESA PASIÓN QUE SOLO CON EL VERDADERO AMOR ESTALLA...!

      UN CARIÑO EN LA DISTANCIOA.-

      MARGARITA



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