Blas y Lorena

Raúl Daniel


AVISO DE AUSENCIA DE Raúl Daniel
Estimados amigos de Poema del Alma: Debido a vicisitudes muy extensas de relatar me vi alejado de la página, hoy intento regresar, paulatinamente iré subiendo algunos poemas que ya publiqué, por lo que les pido paciencia, pues es por ahora todo lo que puedo hacer, gracias por vuestra comprensión.

Blas y Lorena

 

Increíblemente, entre tantos fracasados en el intento

de formar, de conformar una pareja estable,

ante ustedes me encuentro sencillamente feliz,

reconciliado con la humanidad y conmigo mismo,

y creyendo que sí, que es posible.

 

Ahora los veo tan enamorados,

tratándose siempre con dulzura,

pero sabemos bien que así no fue siempre.

 

Han pasado cinco años desde que los conocí,

tenían muy poquito tiempo de casados,

y los vi tratando de adaptarse a una convivencia

que la mayoría no ha logrado.

 

Los vi luchar como lo hacen todos,

queriendo vencer al otro, doblegar su voluntad,

especular en todo lo posible y forzar;

forzar hasta que se produce la ruptura.

 

Los vi separarse más de una vez,

porque las cosas llegaron hasta el límite

del maltrato físico, y hubo un día en que todo

parecía irremediablemente perdido.

 

La última vez que se reconciliaron y se volvieron a juntar,

pensé que iba a ser por un tiempo ínfimo,

que cada vez menos iban a durar;

¡cuán equivocado estaba, pero qué bueno!

 

Cada día que pasa soy testigo del crecimiento,

y, porque suelo escuchar sus diálogos,

y porque también me lo suelen contar,

tengo bien claro lo que es su secreto:

Compartirse respetando cada uno

la individualidad de cada cual;

esto no es difícil si se otorgan ambos

los mismos deberes y derechos.

 

Tomaron el desafío de dejar de ser niños

y comenzar un camino de respeto y compromiso,

en esto se tuvieron paciencia y aunaron esfuerzos.

 

Entendieron que las diferencias son lo lindo,

lo que hay que disfrutar de la pareja,

¡los dos iguales traería aburrimiento!;

se cedieron terreno mutuamente,

y, este acto inteligente fue premiado con muchas sorpresas:

¡manjares nuevos a la mesa del amor!,

y aprendieron que dar es recibir cuando los dos son uno,

y tuvieron más ternura, más deseo, más pasión!

 

Descubrieron que la felicidad no se encuentra

al doblar alguna esquina,

sino que hay que construirla ¡con hechos!,

comprendieron que las horas que se pasan en la cama

son muy pocas, y más las que se duermen ¡que las del sexo!,

pero aún más se pasa trabajando, y los problemas son muchos,

¡y hay que ponerles pecho!


Apostaron al diálogo y compartieron sus vivencias y deseos,

apoyándose y creyendo uno en el otro,

y, además de ser enamorados y esposos y amantes,

¡se volvieron compañeros!, ¡compañeros de la vida!,

¡y compañeros de los sueños!

 

Ya no se tratan de poner cadenas mutuamente,

ahora se ponen alas, las alas del aliento,

las alas del diálogo, las alas de la comprensión,

se cuentan todo, sin guardarse secretos,

los secretos son pesados hierros

que no dejan levantar la cabeza del suelo,

que siembran el alma de espinos y abrojos,

para un día tristemente darse cuenta de ¡qué,

hace mucho que no  se miran a los ojos!

 

Y no fue el diálogo que empezaron y practican

lo más fundamental, otra cosa importante comprendieron,

 entendieron que debían perdonar,

perdonar y perdonarse, porque ¡cualquiera

se puede equivocar!, comenzaron a ser razonables,

y más indulgentes con las faltas del otro.

 

El camino que hoy recorren es hermoso,

lleno de alegrías, lleno de risas;

con pausada firmeza y propósito,

haciendo todo con prolijidad y sin prisa.

 

Planean sus vidas como una sola vida;

pero sin dejar de soñar, ¡disfrutan cada día!;

la relación que tienen es una fiesta,

ustedes cantan y bailan al ensueño del amor,

ustedes cantan y bailan,

pero el que toca la música ¡es Dios!

 

  • Autor: Raúl Daniel (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 31 de julio de 2016 a las 23:37
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 10
  • Usuario favorito de este poema: 40.
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