Canción inmemorial

Santiago Miranda


                 (de Buendía a los Roca)

Vengo tar-de- o-tém- pa-no
a cantar la canción de los siglos
de hielo aAbB César derruido
a repetir-lo-repetido
constantemente en sus silencios
o gélido en heráldicas obstusas
y generoso en silvestres desprodigios
espera a que la sílaba de silicio
acabe la milicia bélica y beligerante:
baila entre los muertos, roca trepidante
sangre seca, tu infortunio es nuestro destino
estrellados, caídos, explotados/ reventaron
como materia encandilada brillaron las penurias
desde luego, devinieron a negro, negro. oscuro lo callado.

 


Inmemorial panteón órfico
es la muerte en la vida que nos trae
de vuelta a tus raíces de estratos, nimbos
a tu ritmo de sueños aniquilantes o alados de túmulos
y la pluma que no vuela pero bate un duelo eterno
en el fondo es un reclamo sin oreja acogedora
rima de niño distractora o risa de fuego destructiva.

 

Yo, yo, yo, luego quizás yo y tú
baja al fondo pero no volverás a subir jamás
tú: blanca como una mujer intrusa
como un poder de ensueño dispuesto
soy tu copia estertor de humo (fui tu muerte
y ahora vivo) suicida frustrado, elegía al infierno
todo queda entre familia/ es el mundo un pequeño
ya que el yo se repite como un eco
desde la ficción que fundamenta la ciudad
hasta la descendencia que solo asciende cerca
en la ignorancia y la vergüenza; (incesto)
de ser una en el resto, de esta palabras
sucias dejan de significar otra cosa
bastardas/ herederas de un fin en ellas mismas
que no te lo digan, que el juicio certero
decaiga en neblina, somos culpables
de nuestra propia caída.

Reúne las pistas doncella
tras inocentes palomas al vuelo de moscas
carroñeras al tributo, migas de poemas
deshuesándote los hilos del vestido
y besándote la falda hasta el bello público
que lentamente se desarma alentando lo visto
así caen uno tras los otros, solo así
casi a la zaga de la astucia
muertos / de tu blancura
y la equis de la pólvora perdura en sus frentes
libres de mortales pecados, oh Diana cautiva
fueron fusilados todos y cada uno
ahora forman parte del escenario, guijarros
una playa de piedras sobre un mar desierto
un dogma cristiano destrozado / con martillos
tras cada mejilla no besada / un tambor tiembla
¿institución qué justificas sobre quién te
ha destronado?  ¿La familia y la casa, domina
dominus el habitus del smegma(cera del ángel caído)?
muertos / de tu blancura fueron todos concebidos
cayeron todos hacen años, daños, antes del comienzo
y las puertas permanecen cerradas tras el tiro
oh Diana fue tu pecho y receptáculo de muerte
yo como pájaro vuelo, cargando malas noticias.

Y vayas a donde llegases te encontrarás
solo. contigo mismo /solo y funesto
tu nombre siendo espuma reverberante
siendo graznido de zorzales sureños
y en la locura nos encontramos
los tres en las cinco esquinas de cada cuarto parejo
lo justo es el auge y el decaimiento
pagamos con lo que no tenemos
cordura prestada/ fuera de plazo
al contado

 

Él:
El ser es quien es
o solo quien fue
pudo haber sido


Un canto a tí, hombre eterno
que existes antes que el fuego
que fuiste fuego antes que dios y su yesca magia
inexistente aún mas antes que el hombre fuera fuente
y mujer; hendidura y recipiente, diluvio
de las mieles que no caducan al consumirse
- tu que lloras, como el cielo; la montaña dijo
ríen mientras podemos, que nuestros cuerpos
ahora focos son los que se agitan pálidos, filos
como fasces contra la catacumba catapultada
mientras la muerte carcome estos huesos vacíos
reír mientras podamos, rugir sin voz ni dientes
reír a la serpiente pisada por las garras del rastrillo
o los rayos del águila inmaculada.

 

Este bosque ilimitado es; cementerio de animales
las hogueras y su espectáculo de sombra, invocaciones
al padre perpetuo, y al Eúfrates flotando sobre una llanta
quemada del azar y su concierto, sortilegio revocado.
Un tótem reposa al medio de este pueblo maldito
la torre de todos los hierros inoxidables
mirando del macho cabrío rebosan cráneos de incredulidad
y paranoia. no bebes de esa envenenada copa
donde todo el discurso ha sido contestado
por correo; con fuego y violencia, actos
y volvemos a perder los perdidos
estribos en objetos mas no en bondades

 

Ella; ojos de gata abismante
lascerando sus pechos desnudos
con mis garras y saltando por la ventana ya 
quisieras ser fértil en promesas y arisca  en 
sacramentos: mi padre aun respira a lo lejos
mi madre y sus calderos hirvientes
fuente de vapor y cálido germen
el resto es lluvia y silencio
¿fuera de este hogar materno
aún que crees que mi dolor es menor que el tuyo
que es menos valida la culpa sin fuente definida?
yo que pudiera tener-lo- todo, si pudiera soñar-con- ello
mas no lo tendría sin estar sufriendo

 

la sogas que reposan de vuestra martillada calva
rebosan martirios y lilas opacas, la bruma de la mina
y el carbón como nuevas nuevas eras
esferas de lo terrestre
mástil de araucarias y silvestre
campanas de fuego. picaflores ágiles picando
licores de espesa sangre, llamas que ardaen
en tu cuerpo de geografía cavernosa y celeste
vírgenes piélagos de líquenes
y zorzales, vigilantes de la ruca
apátrida que al crepuscular arde 

 

Discursos de los objetos y el amor
encandilado, oda a los perros moribundos
y las ensangrentadas horas pasadas
tras el discurso del decurso de los otros, párrafos

El drama es nuestra era:
llorar las piedras bajo el río
piedras que ahora son estrellas
en nuestros surcos, estigmatizados niños
húndence en nuestro hogar, el fuego palidece
repicando su canción de már/mol sobre
panteones de frutas moribundas
caducando en los retratos sepia
de ascendencia que no supimos
fuimos efecto y luego causa.

 

Este hogar es mi maldición estrecha
enlazando mis venas como ocultos pasillos
repleto de recovecos; laberintos donde los aires cruzan
buenos, como un espejo andino en la cordillera
la columna que separa el agua de la tierra
y la vieja boca muerta que aguarda tras nuestro contagio
de una pura concepción del cielo
habitando el caracol del tiempo
con la baba de mil demonios
y nos perdemos en la calles
para encerrarnos en los baños
a tocarnos lo olvidado (llorar quízas un siglo
como nuestros antepasados) que yace entre los bolsillos 
y los botones, cuando la pesada corbata es la cruz 
de Arimatea y como un ancla te lanza del octavo piso
por que el séptimo es un numero para débiles
y siempre supiste, eres raza nihilista
el discurso Bretoniano y el manifiesto de Artaud
fueron d'escritos por un tí antes de tí
en nuestra venas ya fuimos robles, donde descansaron
los cuerpos mecidos por el frío de enero y el mareo de agosto
es que la muerte siempre anduvo rondando
a los ángeles que se lanzaron de las nubes
para vivir, y cayeron por el peso de la gravedad
ahorcados había abajo como el altazor su precio
y ser la nota activa de toda la voz pasiva
dejar de autoagredirse y comenzar el atropello
que ahoga en el anden aportillado a los peces negros

 

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  • Autor: Santiago Miranda (Offline Offline)
  • Publicado: 3 de junio de 2016 a las 18:00
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 45
  • Usuario favorito de este poema: nelida moni.
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