Mi infancia, que fue dulce, serena, triste y sola,
se deslizó en la paz de una aldea lejana,
entre el manso rumor con que muere una ola
y el tañer doloroso de una vieja campana.
Dábame el mar la nota de su melancolía;
el cielo, la serena quietud de su belleza;
los besos de mi madre, una dulce alegría,
y la muerte del sol, una vaga tristeza.
En la mañana azul, al despertar, sentía
el canto de las olas como una melodía
y luego el soplo denso, perfumado, del mar,
y lo que él me dijera, aún en mi alma persiste;
mi padre era callado y mi madre era triste
y la alegría nadie me la supo enseñar.
Autor: Abraham Valdelomar Pinto
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Autor:
Hipocampus (
Offline) - Publicado: 21 de mayo de 2016 a las 15:21
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 23
- Usuarios favoritos de este poema: pani, Genaro A. Cancino.
Offline)
Comentarios4
Bienvenido...me gusta tu inicio con un buen soneto, lástima descuidaste poco la métrica, pero está excelente.
Saludos
MARAVILLOSOS Y PROFUNDOS VERSOS... NO EXENTOS DE BELLEZA... ENHORABUENA MI BUEN AMIGO...
Mucha gente dice que mis versos dan tristeza, no veo asi estos tuyos, vuela como el ave, transformadote en lo que quieras que la vida te ofrezca. Nada del pasado debe cortarnos la alegria de vivir.
Excelente forma de empezar tu estadía por estos lares, Abraham. ¡Me ha encantado tu poema!
Cada palabra, cada verso me remontó a lejanos ayeres que aún atesoro en mi interior. ¡Gracias por compartir tu trabajo! ¡Un fraternal saludo!
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