TÚ Y MI DAIMÓN

Saqué los ojos a mi blanco ángel
y los serví en áureo plato a mi daimón.
Arranqué la lengua a mi blanco ángel
manjar naíz que ofrecí a mi daimón.
Desangré sin piedad a mi blanco ángel
escancié su sangre en plata para mi daimón.
Cercené los dedos de mi blanco ángel
hice con ellos un cóllar para mi daimón.
Perforé los tímpanos de mi blanco ángel
con el cuchillo de fuego de mi daimón.
Derramé las entrañas de mi blanco ángel
con el hacha de cobre de mi daimón.

Porque ya me niego rotundo
a querer ver parajes bucólicos.
Porque ya me niego rotundo
a querer recibir lisonjeras palabras.
Porque ya me niego rotundo
a querer tener ánimos moralizados.
Porque ya me niego rotundo
a querer palpar la seda de los pétalos.
Porque ya me niego rotundo
a querer danzar canciones románticas.
Porque ya me niego rotundo
a querer sentir emociones taimadas.

Solo quiero ver la realidad salvaje
que me muestran los ojos de mi daimón.
Solo quiero oir los gritos delirantes
de la lujuria desgarrada de mi daimón.
Solo quiero tener el ánimo febril y
bestialmente apasionado de mi daimón.
Solo quiero enardecerme con el tacto
de tu intimidad encendida por mi daimón.
Solo quiero escuchar los furiosos gritos
del climax que te provoca el baile de mi daimón.
Solo quiero compartir las gloriosas y magnáninas
emociones primitivas que nos inspiran nuestros daimons
cuando nos amamos sin descanso y de forma demente,
hasta sumergirnos en la inconsciente y blanda extenuación.

Y me alzaré cuán alto soy
levantado mis brazos
y gritaré tu nombre
hasta el desfallecimiento
reclamando con justicia
el reino de mi daimón
para ponerlo a tus pies,
amada mía, Kore de mi pasión,
luz, calor, color de mi existencia.

Iosi Koba.
España.
Reservados derechos de autor.