Cadena perpetua

Un año y 35 días sin verlo.
Han pasado 9600 horas desde la última vez que sentí esa cálida mirada sobre la mía.
57 semanas en las que mi corazón ha estado nublado.
Llámenlo obsesión, pero para mí es una tortura. ¿O acaso un preso no cuenta los días que lleva de condena?
Desde que se fue de mi vida, el sol no brilla con la misma intensidad de antes, los días, envueltos en una monotonía abrumadora, se vuelven cada vez más absurdos, sin sentido. Por el simple motivo de que sigo pensando en él como antes. Sigo sintiendo mariposas en el estómago cuando alguien lo menciona, sigo derramando lágrimas cada vez que recuerdo que decidió partir; porque mi corazón sigue latiendo su nombre, porque aún recuerdo el sabor de sus labios y el calor de su tacto, porque a pesar de que me destrozó, lo sigo amando.
Es tal vez masoquista soñar con que algún día volverá, imaginar que él me piensa, tanto como yo a él, ilusionarme con que algún día podré decirle cuanto lo amo, porque sé que es probable que ya no me recuerde y es aún más probable que haya encontrado otro amor, alguien que lo haga sentir lo que yo no pude, alguien que ilumine sus días y enternezca sus noches. Y aunque anhelo tenerlo a mi lado, deseo que sea feliz, deseo, de todo corazón, que pueda amar como yo lo amo a él.
Hay días en los que despierto y siento su ausencia, otros en los que el tiempo pasa sin más y la noche cae pesada sobre mis hombros, porque cuando sale la luna, los recuerdos con ella aparecen y me invaden, quitándome el sueño.
Cada día, cada hora, me arrepiento de haber callado tanto. Pues mis labios siguen añorando poder pronunciar todas esas palabras de amor, que hoy se oxidan dentro de un cajón de recuerdos.
Tal vez, solo tal vez, nuestros caminos volverán a cruzarse un día, cuando mi alma no lleve escrita su nombre, cuando el amor que siento se haya apagado y quedado en el olvido.
Espero volver a verlo alguna vez, con esa sonrisa que tantos poemas inspiró y tantos sueños me quitó; pues aquí estaré, con este mismo corazón que alguna vez latió por él.