EN EL CRISOL DEL ÁRBOL DORMIDO

DAR47

 

            Fui sombra de pulmón desnudo,

cobijo soberanos de los hombres del interior venidos,

la cuna de la villa entretejida,

la sombra del adobe cobijando sueños.

            Soy el último testigo del hambre de los pies descalzos

que le dolió a mi suelo.

 

            Vi al soberano,

Eucalipto presto,

abrir por sobre el tiempo sus brazos para colgar hamacas,

pendular los cuerpos de sonrisas magras

grabarse en sus raíces y en sus tiempos de arena.

            Vi madres tejiendo futuros

a las tres de la tarde

con las manos vacías

rezando entre las hojas de los troncos desnudos

el pan de los mañanas.

 

            Yo sentí entre silbidos del viento la música chamamecera

treparse a las ramas y acariciar el cielo,

toque con la brisa los rostros curtidos de hombres sin miedos,

compartí sus espíritu en los ritos cotidianos

de la espera interminable,

aprendí con ellos a mentir envidos a compartir asados de falda

disfrutar el vino de la misa cotidiana.

            Junto al eucalipto vi envejecer los sueños en cada nacimiento,

aprendimos juntos a mirar el cielo

a elevar plegarias a María Santísima,

y ver esos ruegos convertirse en santuario

cuando ya la villa de pulmón desnudo

desplegó sus alas  hacia otros sueños,

hacia otras esperas.

 

            Quedan pocos niños,

quedan pocos ranchos y la misma miseria,

los mismos olvidos,

ya no habrá falta envidos y trucos bajo el soberano Eucalipto,

ya no tocará el viento su música de antaño entre las hojas,

ya no habrá hamacas, ni niños pendulando sonrisas de futuros,

ni tejidos, ni oraciones sin tiempo,

            Ayer nomás, proyectos desterrados derrumbaron su sombra, 

y sobre mis raíces su cuerpo desnudo se aferró a la tierra

besando las cenizas de aquellos que se fueron antes          .

            Yo, Gilgames vencido,

vi en los miembros divididos del Guerrero del tiempo

la imagen de Enkidu romperse ante la muerte.

            Yo, loco caballero.

hago grito el rechinar de dientes de los nombres vencidos

en mis hojas nuevas.

            Yo, Imploro por mi vida,

Por mi existencia llena del pulmón desnudo,

Por defender fantasmas,

Por reparar entuertos en mi sombra vacía.

            Yo, amparo la plegaria sellada en mis raíces  

y con todos mis miedos,

con lo brazos en cruz y mis hojas de memoria, espero,

espero a las huestes de proyectos nuevos,

espero por su grito, su sentencia:

¡Abajo la palmera!

            Lastiman las cenizas confiadas a mi sombra,

Pero, ¿Que sabrán ellos de arraigos y de historia?

            Yo, tupác desguarecido,

me quiebro en los olvidos de días escondidos en mi savia

y con la pachamama imploro,

me perdonen si he vivido equivocado

haciendo de mi sombra santuarios para el hombre que ha querido.         

            Mientras tanto, veo al Eucalipto repartido,

llorar entre los brazos de aquellos que han venido

a hacer leña del des-cuido.

 

  • Autor: DAR47 (Offline Offline)
  • Publicado: 19 de abril de 2016 a las 05:50
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 29
  • Usuario favorito de este poema: LUIS ADONAY VENEGAS LEYTON.
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales


Comentarios1

  • LUIS ADONAY VENEGAS LEYTON

    Hermoso poema que me permite interpretar que a la sombra de los eucaliptus traídos de otras tierras se está sepultando sin respeto la flora nativa de la tierra nuestra.
    Gracias por permitirme esa interpretación.
    Purenino



Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.