La espera

Heliconidas

¡Oh, hermano, asociado
de mis febriles vigías!
Como yo, eres vezado
en ver perderse los días.

Sentado en el cuarto oscuro
de la ciega fe y su axioma.
Cómodamente seguro
en tus alas de paloma.

No existe voz que desabra
tu hermetismo ideal de hiedras
que treparon en palabras
duras y eternas cual piedras.

¡Ah, la cándida esperanza!
Contrapeso de las ansias
que equilibra la balanza
de la angustia y la distancia.

Bendición de Prometeo
que descansa en la bujeta
de los sueños, el deseo
y el delirio de un poeta.

Amordazas el presente
y su voz irrefutable
con la certeza furente
de tu dogma incuestionable.

¡Oh, ardiente caballero
que anuncias la voz divina
de ese juicio venidero
que está a una vuelta de esquina!

Tus mayores, con gran celo,
te marcaron el sendero…
Pronóstico y desconsuelo.
Blanqueamiento y punto cero.

Es siempre la misma rueda.
Esa voz que tranquiliza
que, tapando polvaredas,  
retorna de las cenizas.


Entre tu tiempo y tu abismo,
al saberte transitorio
como luz de un espejismo,
duermes tu canto ilusorio.

Y en ese sueño supones
comprender lo indivisible
de las veladas razones
de un Dios piadoso y terrible.

Tu postulado es creencia
que apacienta los rebaños.
¿De qué importa la evidencia
si tendrás paz por mil años?

Desde el Hades a los cielos
tu espera ha sido infinita.
Tu falsa luz de consuelos
es solo palabra escrita.

Te sientes el engranaje
de un inmenso movimiento,
cuando solo eres pasaje
breve de polvo y de viento.

De ese ensueño milenario
de escatología ardiente,
brotó en su dulce nectario
el sagrario de tu frente.

Esperando la gran cita…
La trompeta que resuene
desde su estrella infinita,
antes que llegue “el que viene”.

Como sombra que decrece
son tus caminos trillados.
Perspectiva que perece
en augurios esperados.

Diuturnidad sempiterna
que revives con gran celo
mientras te quedas mirando
pareidolias en el cielo.

No hay quien hoy posibilite
que tu final no te asiera…
“Mi Dios me oirá”, te repites,
mostrando actitud de espera.

¡Oh, deífero! Te ofusca
el presente y su reproche.
Hoy la muerte es quien te busca,
como ladrón en la noche.

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Comentarios1

  • 40

    Me encanta su poema, sobre todo las rimas que conlleva, me recuerda a los antiguos poemas de los maestros!
    Saludos y un placer leer sus letras mi amigo!

    • Heliconidas

      Muchas gracias a tí, mi cuadragésimo amigo.
      Un abrazo sin tiempo ni distancia.



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