Saber y ganar Míster Lawrence.

angelillo201



 

¿Dónde colocamos la supertele de plasma tíos? Fue el saludo que hizo por el lateral izquierdo del supermarco de la superpantalla de la supertele de uno de los trabajadores de MRW plantado en medio del templo griego de Idomeni ante la cúpula política del funcionariado Europeo para los asuntos de refugiados que habíamos sido convocados después de almorzar  por el intendente alemán para firmar 200 expulsiones en caliente.

El delegado español que echaba leña de naranjo a las brasas de la pira funeraria se giró corriendo entusiasmado viendo su última compra. Sacaba pecho y nos mostraba su tarjeta opaca que se hacía invisible cuando él se lo ordenaba.

El resto de funcionarios le felicitaron dándole palmadas en la espalda, y el Español se crecía  fanfarrón siendo el centro de atención de todos, cosa que enfadó al Italiano de la liga norte que nos juró por Cristo  que el tenía en Napoles una que era el doble de grande y que esa era un porquería pese a que el español nos mostró la superfactura mientas el francés de deshacía en halagos a España:

gente amable, amigos, simpáticos,  generosos, despilfarradores, hijos de la igualite, la fraternite, y  la liberte.

Esperar un segundo- comentó el español buscando su maletín ya que era muy aficionado a las reformas. Se pasaba su tiempo libre dando martillazos a las columnas del templo para ponerlas más rectas, había hecho un par de ventanas nuevas al templo así  como cambiado varias puertas e instalado una capilla en la gran sala de Apolo tirando por la ventana las esculturas que había para poner tallas de santos cubiertos de sangre y vírgenes de la Macarena.

Dirigió a los operarios hacia la pared central donde había un mosaico del siglo V antes de Cristo que representaba el retorno de Ulises a Ítaca.

Apretó bien la broca del quince que empezó a rodar sobre si misma taladrando  los ojos de Ulises que iban cayendo al suelo como lágrimas de barro rojo que eran rellenados por tacos metálicos aplastados por un martillo que pulverizó  los delfines que acompañaban a un barco entre olas azules rizadas.

 

Venga, todos a una- les ordenó a los operarios  cuyos pantalones de palurdos les colgaban hasta la raja del culo mientras hacían equilibrios colocando  la tele en los tacos.

Una vez colgada  todos aplaudieron satisfechos de como había quedado la obra.

Uno de los operarios extendió la mano al Español pidiendo propina. Recibió un cálido apretón y una frase popular de ese país, tan acostumbrado hasta entre gentes más cultas y elevadas, de hablar con refranes:

 

Qué Dios te lo pague con hijos.

 

Los operarios  salieron escupiendo en la puerta con el mismo aire de pasotismo e indiferencia con el que entraron.

Fuera, un par de guardianes golpeaban a unos niños que intentaban subirse al furgón de MRW.

El español no tardó en perder la paciencia y empezar a insultar a gritos al fabricante chino haciendo todo tipo de gestos e invocando fuera de si a todos los demonios  del panteón , hasta que el funcionario holandés se pudo hacer con el mando y tocó el botón verde.    La tele cuando todo parecía perdido cobro vida, asomándose  en la pantalla un presentador con gafas que presentaba de este modo su programa:

 

!Correr con vuestro conocimiento a salvar vuestras vidas!

 

A continuación, tras una música tremebunda de Beethoven y juego de luces, surgían unos aterrorizados concursantes que sufrían una serie de preguntas cuyas respuestas recibían premio si acertaban, o castigo si se equivocaban a través de  unas descargas eléctricas.

Yo miraba aquello con asco, rezando para que  en la BBC semejante programa  no llegara nunca. Por contra, noté que a mis compañeros les entusiasmaba, se reían muchísimo  cuando alguien fallaba, especialmente si era mujer porque eran las que más chillaban.

En intendente alemán que era el único hasta el momento  había estado como ausente con la novedad de la tele, se fue acercando al corro que contemplaba el programa “ saber y ganar “

Su rostro semejante a un viejo limón exprimido se reflejó en la pantalla.

Sus labios siempre cerrados, prietos, empezaron a moverse.  Una siniestra sonrisa contenida flotaba por la pantalla mientras sus ojos parpadeaban en éxtasis ante los gritos de tormento de los concursantes y los aplausos del público.

Mis ojos se cruzaron con los suyos. Él debió leer mi pensamiento mientras yo retrocedía para salir de allí . Empezó a avanzar hacía mi  como lo hace un poseído que atrapa a su víctima dejando que sea ella misma la que se lanza a los brazos de   su agresor. Deseaba atraerme hacia él mediante un canto razonado, algo así como las flores carnívoras que desprenden un bello aroma para atraer a su alimento:saber y ganar Míster Lawrence. Ese es el destino de la humanidad, la suerte a la que estamos expuestos en esta época, y es la lógica que debe imperar en este campo desde este instante. ¿ Cómo no lo habrá adivinado antes mi espíritu alemán ? Ha sido una suerte señor Lawrence que haya llegado la cultura televisiva a Idomeni para rescatarnos de la barbarie. ¿ no lo cree usted?

Era imposible que cualquier cosa que dijera yo fuera a cambiar el sentido de las cosas en ese lugar, así que me limite a no responder y a dejar que siguiera desarrollando sus ideas filosóficas sobre el saber.

  • EL saber no está reñido con la crueldad señor Lawrence.

Mientras avanzaba hacia mi el intendente   se golpeaba la cabeza con la palma de la mano abierta como arrepentido por algo que yo no llegaba a comprender, pero que le atormentaba profundamente y lo estaba transformando.

 

Dios Santo

!Como no lo abre visto antes!

Pero ahora…

! que profundidad resplandece como diamantes sobre sucios carbones en este templo de saber y ganar!

! Que claridad tan grandiosa se me presenta como oportunidad experimental!

Cuantos años desperdiciados en mi vida desde que deje la facultad por culpa del trabajo miserable que he desempeñado como oficinista….

!  tan de espaldas a la verdad!

ahora me horrorizo del tiempo desperdiciado.

La tragedia del error.

Siento calambrazos  señor Lawrence de pensar que esta gente podría llegar ser expulsada sin haber aprendido una valiosa  lección.

¿Cual?- pregunté yo horrorizado sin darme cuenta de que habíamos llegado al pórtico del templo y el intendente  se apoyada entre las columnas.   Su rostro demacrado por la controversia era iluminando por el sol. SU voz retumbaba  de una forma asombrosa, no parecía posible que surgiera  de ese hombrecillo caduco, parecía la voz de un ser casi divino poseído por la idea.

Que el espíritu, la voluntad, el alma pueden corregirse señor Lawrence a través del aprendizaje. Y que nosotros, aquí, en Idomeni, no somos vulgares funcionarios, somos algo más elevado, una nueva élite de educadores de la humanidad.

Debería venir aquí saber y ganar, y hacer un show que justificara nuestras bella presencia entre las alambradas, nuestra crueldad piadosa y terapéutica. SI lo que enseñamos aquí a los refugiados lo pudieran ver no solo en los parlamentos, sino también en las facultades de pedagogía, en los bares, y se hiciera popular nuestro método de enseñar a los niños, hombres y mujeres que tenemos a nuestro cargo como un programa de televisión, ninguna ONG nos volvería a tildar de fascistas.

El intendente hizo un alto en su discurso para apartar su penetrante mirada de mis ojos y disfrutar contemplando el hermoso espectáculo de cientos de tiendas de campaña por donde correaban como  salvajes  recluidos cientos de niños en edad escolar entre la basura.

Emocionado e invocando una gran fuerza interior que simbolizó en un ademán de juntar las manos ante mí, que empezaba a bajar los peldaños del templo para irme me gritó:

Nos llamarían si comprendieran sin prejuicios lo que hacemos aquí: Educadores  señor Lawrence. Parar esto sería un error..

 

 

Angelillo de Uixó.

  • Autor: Angelillo de UIxó (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 11 de abril de 2016 a las 07:44
  • Comentario del autor sobre el poema: alegría hermanitos, saber y ganar es mejor que asesinar, gracias a dios que he visto el error.
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 40
  • Usuario favorito de este poema: Santiago Miranda.
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