La elegía eterna

Juan Heredia Rojas







¡Oh tiempo, tiempo,
duro tirano!
¡Oh terrible misterio!
El pasado no vuelve,
nunca ya torna
¡antigua historia!
Antigua, sí, pero la misma siempre,
¡aterradora!
Siempre presente…
…………………………………

La conciencia deshecha,
de la serie del tiempo
¿qué es lo que queda?
¿Qué de la luz si se rompió el espejo?

Feroz Saturno,
¡oh Tiempo, Tiempo!
¡Señor del Mundo,
de tus hijos verdugo,
de nuestra esclavitud lazo supremo!
Una vez más la queja,
una vez más el sempiterno canto
que nunca acaba,
de cómo todo se hunde y nada queda,
que el tiempo pasa
¡irreparable!
¡Irreparable! ¡Irreparable! ¿Lo oyes?
¡Irreparable!
¡Irreparable!, sí, nunca lo olvides!
¿Vida? La vida es un morir continuo,
es como el río
en que unas mismas aguas
jamás se asientan
y es siempre el mismo.
En el cristal de las fluyentes linfas
se retratan los álamos del margen
que en ellas tiemblan
y ni un momento a la temblona imagen
la misma agua sustenta.
 
¿Qué es el pasado? ¡Nada!
Nada es tampoco el porvenir que sueñas
y el instante que pasa
transición misteriosa del vacío
¡al vacío otra vez!
Es torrente que corre
de la nada a la nada.
Toda dulce esperanza
no bien la tocas
cual por magia o encanto
en recuerdo se torna,
recuerdo que se aleja
y al fin se pierde,
se pierde para siempre.
¡Oh Tiempo, Tiempo,
duro tirano!
¡Oh terrible misterio!
¡Potro inflexible del humano espíritu!
¡Qué pobres las palabras…!
La sed de eternidad para decirnos
el lenguaje no basta,
es muy mezquino…
Terrible sed
sed que marchita para siempre el alma
que el océano contempla
¡inmenso océano!
que nuestra sed no apaga,
sólo la vista llena,
¡océano inmenso de ondas amargas!
¿Imágenes? Estorban del lamento
la desnudez profunda,
ahogan en floreos
la solitaria nota honda y robusta…
Pero imágenes, sí, acordes varios
que el motivo melódico atenúen…
………………………………………

Es la elegía que el silencio entona,
el silencio, lenguaje de lo eterno,
mientras esclava vive
la eternidad del tiempo…
…………………………………………
¿Hiciste añicos el reló? ¡No basta!
Acuéstate a dormir… es lo seguro,
¡hundido para siempre
en el sueño profundo,
habrás vencido al tiempo,
tu implacable enemigo!
¡Ayer, hoy y mañana!
Cadena del dolor
con eslabones de ansia…
Con las manos crispadas te agarras
a la crin del caballo,
no quieres soltarla
y él corre y más corre,
corre desbocado
cuanto tú más le aprietas
¡con más loco paso!

No así me masculles en tu boca
¡feroz Saturno!
acaba, acaba presto, ¡de tus horas
implacable enemigo!
cesa el moler continuo
¡acaba ya!
Quiero dormir del tiempo,
quiero por fin rendido
derretirme en lo eterno
donde son el ayer, hoy y mañana,
un solo modo
desligado del tiempo que pasa;
donde el recuerdo dulce
se junta a la esperanza
y con ella se funde;
donde en lago sereno se eternizan
de los ríos que pasan
las nunca quietas linfas;
donde el alma descansa
sumida al fin en baño de consuelo
donde Saturno muere;
donde es vencido el tiempo.

[1899-1900]

Ver métrica de este poema
  • Autor: Juan Heredia Rojas (Offline Offline)
  • Publicado: 26 de marzo de 2016 a las 12:03
  • Comentario del autor sobre el poema: Poema de Miguel de Unamuno para la Web en construcción de: www.creatividadalpoder.com La Elegía Eterna forma parte de los poemas de Unamuno de su período de la crisis religiosa. Poemas fechados a partir de 1899. En aquellos días, la gran crisis religiosa había concluido, pero necesitamos unas brebes palabras antes de pasar adelante. Por 1895, la fe de Unamuno se había debilitado, busca en Alcalá a su antiguo deirector espiritual; su hijo, de pocos meses, tiene un ataque de meningitis y queda gravemente enfermo, Unamuno desespera y la crisis religiosa se consuma. La Elegía Eterna (1900) está formada por una serie de comentarios en torno a la fugacidad del tiempo (\"el pasado no vuelve,/nunca ya torna\") que constan en el Diario; partiendo de Fray Luis de Granada, Unamuno glosa: volver atrás es imposible; pasar adelante es intolerable; estarse así no se concede; pues, ¿qué harás? ¡terrible misterio el del tiempo! ¿Cuándo estaremos libres del tiempo, del tiempo irrevertible e irreparable? Y como contestando a la pregunta unos versos que -con vario tornavoz- resonarán siempre: Acuéstate a dormir… es lo seguro, ¡hundido para siempre en el sueño profundo, habrás vencido al tiempo, tu implacable enemigo! La inspiración heraclitea de la respuesta a la pregunta central del poema parece incuestionable. Todo parece indicar que la imagen del río, del flujo ininterrumpido de sus aguas unido a su permanencia como tal, fue uno de los soportes en que Heráclito se apoyó. Unamuno desarrolla el modelo parando mientes no en las personas que se adentran en la corriente de un río, si no en la imagen de los álamos que se reflejan trémulos en él, de manera que la percepción de inestabilidad, analogía de la vida, se incrementa por el cambio sin fin de la base reflectante. Unamuno entiende -huelga decirlo- a Heráclito, pero en estos momentos lo embarga la elegía, segmenta el tiempo en \"el pasado\", \"el instante que pasa\" y \"el futuro que se desvanecerá\", y se libra al Vacío -otorgándole paradójicamente carta de naturaleza-, desde el cual y hacia el cual el mismo vacío o la Nada se mueve en el más absurdo y desesperado de los viajes. Para no contradecir las leyes de la Física, las aguas de un río siempre descienden y jamás remontan su curso, pero la elegía es triste, es una letanía o rosario de lamentaciones que, repetidas una y otra vez, no aportan verdad pero sí un tímido consuelo. Heráclito proclama que no es posible evitar la mutabilidad de la Vida, ergo la gran traición de Unamuno en este poema es recomendar a los humanos que se sumerjan en un sueño profundo, una especie de letargo óntico definitivo que les permite fusionarse con la eternidad supresora del \"ayer\", del \"hoy\" y del \"mañana\". Pero no le basta aún, sino que quiere detener -i. e., matar- el curso del río y bañarse en el lago inmóvil en el cual no sobreviene -o, almenos, lo parece- el flujo de nuevas aguas. Éste sería sin duda el consuelo o victoria definitivos sobre el feroz Saturno, sobre el tiempo. Referencias: Manuel Albar en Introducción de Poesías Pau Gilabert Barberá en Miguel de Unamuno y Heráclito: de \"La elegía eterna\" a \"La flor tronchada\"
  • Categoría: Religioso
  • Lecturas: 32
  • Usuario favorito de este poema: Norberto p.p..
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Comentarios1

  • Soy Azul

    Dormir del tiempo, creo que así lo he sentido y siento como tirano. Me encantó. Gracias por recordarlo. Saludos

    • Juan Heredia Rojas

      Hundido en el sueño profundo, es genial, gracias por comentar, saludos!



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