“El sueño citadino” – Cuento

Hermes Antonio Varillas Labrador

“El sueño citadino” – Cuento

 

“Harto difícil ser profeta en su tierra, y, particularmente si no se es agradecido de sus bondadosos dones.” - Hermes Varillas Labrador

 

Salió de su aldea natal ubicada en lo alto de las estribaciones de la cordillera con los sueños y anhelos como su norte y brújula con rumbo a la lejana y gran ciudad, con apenas unas pocas monedas que por varias semanas pudo ahorrar, y en su porsiacaso algunas provisiones en especial bastantes frutos secos y semillas, y otros alimentos no perecederos, suficientes para los días de travesía; se imaginaba en su mente llena de inocencia y candidez que no le iría tan mal, que algún oficio digno podría hallar y desempeñar, para luego de amasar una gran fortuna, poder regresar a sus querencias con fama y celebridad.

 

Y tomó la determinación de hacer el  recorrido a pié, no tenía prisa por llegar a su destino, iba muy contento recordando del inmortal poeta español Antonio Machado, una frase que le sirvió de estimulante apoyo y fiel bastón:

“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

 

Fueron muchas las aventuras que en el viaje por tres días tuvo que afrontar y que serían dignas de contar. Pero lo que más le marcó su ímpetu y ansiedad por llegar a la ciudad, era el contraste al observar por el camino las condiciones deplorables de los viajeros que regresaban.

 

Decía para sus adentros: “Por la maleta se conoce al pasajero que anda de viajero”, y aquellos que una vez vio partir en búsqueda de fortuna, no les veía en sus rostros mayor grandeza y alegría de haberla hallado, al contrario, en sus rostros afligidos veía reflejada desesperanza, tristeza y dolor por un tiempo perdido en una empresa sin frutos y sin sentido, sus zapatos ya raídos y la de los viajeros que hallaba en contravía no presentaban  mayor diferencia, no se cansaba de detallar eso que le pudiese desentrañar el misterio de la transformación que se operaba en la metrópoli en cada amigo o conocido que se topaba en el camino, los saludos y diálogos que sostenía apenas eran monólogos que poco le decían y orientaban acerca de lo que soñaba…y luego se extasiaba contemplando las maravillas de la naturaleza, el aire puro que llenaba sus pulmones, con un olor a campiña feraz, cantidad de aves que volaban cantando alegres de un sitio a otro con melodiosos trinos, y eso le hizo recordar una cita bíblica que en una oportunidad escuchó de labios de su abuelo:

“Fijaos en los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan, y yo os digo que ni Salomón en toda su gloria pudo vestirse como uno de ellos...”

 

Eso le estremeció su fibra de humilde campesino, y quiso reanudar su camino a la ciudad, pero a medida que se acercaba más y más a la vorágine de la gran urbe pudo comprobar que en las adyacencias a ese laberinto de concreto y cemento, se erigían como tarjeta de presentación cinturones de miseria y al levantar la vista al cielo para preguntarle al Dios Creador del porqué ese espectáculo tan deprimente, no pudo ver sino una inmensa nube de humo a través del cual apenas pudo observar con dificultad que arriba había un sol, era el smog y la contaminación una aterradora visión que le impactó y aumentó más su desilusión.

 

Y se planteó una interrogante como gran disyuntiva a resolver: - Creo que no estás haciendo las cosas muy bien ¿Por qué la fatiga de venir a sobrevivir en esta gran capital, si en el campo eres un Salomón sin riqueza, ni lujos, pero vives con humildad sencillez, armonía, austeridad, y que lo puedo resumir en mucha felicidad?.

 

Esto no hay más que pensar, fue su conclusión. Mejor me regreso para mi aldea natal.  

 

 

 

Disponible en: http://formandociudadano.blogspot.com/2014/10/el-sueno-citadino-cuento_28.html

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Comentarios2

  • Alexandra L

    Muchas veces las ciudades atraen como la luz a las mariposas en la noche, la verdad el hombre es de donde es, y por lo general un hombre de campo, jamas podrá vivir en la selva de concreto, siempre añorara su tierra, lo limpio del aire, la campiña. Grata lectura.

    Un feliz domingo, Alex.

    • Hermes Antonio Varillas Labrador

      Estimulante comentario amiga Alexandra que agradezco muy humildemente... Por supuesto son muchos los pro y otros tantos los puntos en contra de la vida en las ciudades, yo me inclino más hacia la vida en el campo, de hecho, mi árbol genealógico es de raíces muy campesinas.
      Feliz domingo de ramos

    • JADE FENIX

      Creo que algunos corren con mas suerte, tienen mas determinación, y logran sobrevivir, en ese gran mundo que hay a fuera.
      Como siempre mi querido amigo, bellas letras.
      Un placer leerte.
      Un fuerte abrazo.

      • Hermes Antonio Varillas Labrador

        Tú lo ves de esa manera mi apreciada Jade y lo respeto. Creo más en el factor determinante y no probabilístico que en la buena o mala suerte con relación a la adecuación del hombre del campo en la ciudad... Interviene por ejemplo, la educación que de forma muy efectiva permite dotarle de una serie de competencias que a la postre son las herramientas para lograr objetivos, metas y éxitos... No es lo mismo sobrevivir que conquistar un espacio en la vorágine de la ciudad...
        Un fuerte y virtual abrazo de este humilde campesino.



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