Tatuaje.

Araceli Vellber

 

Me tatué tu olor,

tu nombre ya pertenecía a mi piel.

Me tatué todos tus sabores,

intentando olvidar esta soledad,

pero la soledad, cuando se queda sola, es más soledad.

Y en los pliegues de mi piel,

ya no había sitio, para tus labios

y yo intentando recuperar el sabor a mar,

para convertirme en una ola

que me arrastrara a la orilla, para poder respirar,

y pensar que el límite entre el éxito y el fracaso no existe,

existe el fracaso y el éxito,

todo lo demás, es un abismo,

cuesta arriba o cuesta abajo.

Me tatué tu olor,

todavía recuerdo aquel fino punzón,

equivocó la dirección, fue directo al corazón.

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