Condenado

Santiago Miranda

Condenados al eterno egoísmo

de volver nosotros sobre nosotros mismos

en cada pensamiento voltear al demacrado espíritu

lo que le pertenece (que decrece, que se contrae por su peso)

a deseos y necesidades (que crecen, que se expanden por su desconsuelo)

todos los días el resto de los días

recaer en el mismo nombre y hombre

es una egoísta condena efectuarla.

 

Todo el mundo y su vasto hastío

como de su propiedad le fuera

su soledad y belleza, han dictado la sentencia:

Culpable, he perdido el veredicto.

 

Casi alcancé, mas

Pude haber dejado mi cuerpo en otro, lado

mi espíritu en un segundo espíritu inabarcable

más bueno, más bello, más noble

que lo acogiera y corrigiera

bajo incondicional amor y el perdón aprendiera;

rememorar al primordial espíritu virtuoso

la cuna y casa de los valores

incorruptos, impolutos, indestructibles 

hogar del cual fui(mos ambos) volcado a las sucias calles pantanosas

desterrado, exiliado, delatado por una mente desbocada

desatada, boca de sucias palabras.

 

Casi alcancé, mas

pude haber entrado en tu nombre y tu consuelo

tras tus ojos intactos y repletos

mirar la luz completa, atiborrada

(la que no ciega al mirarla

la que no aterra al no poder dejarla

la que no destruye al detectar debilidad 

la que no entrega dependencia, la luz que libera y que cura)

la fuente de las satisfacciones, génesis olvidada por las condiciones

que envuelve y que no quema con sus llamas y demonios.

 

Casi alcancé mi redención! Casi crucé el umbral del paraíso

no permitiste al reincidente lo que es derecho honesto

o lo que corresponder era requisito de héroe desprendido

ahora me lamento del altruismo ahogado por mi egocentrismo

ahora me lamento de mi propio lamento;

faltó valentía, para conquistar la libertad que pertenecía

pensada para mí (y para tí en la misma medida)

formada, creada y puesta en marcha

por qué para mí eras el mundo entero

habría cambiado lo que se no cambia por que no se puede;

habría dejado mi egoísmo de lado.

Condenado, arrepentido y desgraciado.

 

Casi alcancé mi redención!

Probado el sabor de la alegría

El calor de la cercanía

El fulgor de la correspondencia:

Vuelvo a caer en la miseria.

En la condenada búsqueda factible

De otro nuevo ser posible

Cuando ella bastaba para apaciguar la muerte

Para callarla fuerte

Para matar la muerte

Condenado a seguir buscando

Cuando la búsqueda ha terminado

Cuando el premio fue negado

Cuando el alma fue tomada

Cuando la desesperación consume

Buenas noches, condenado.

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  • Autor: Santiago Miranda (Offline Offline)
  • Publicado: 22 de febrero de 2016 a las 02:40
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 70
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