Sinestesia

Desde niños nos enseñaron a ver colores,
a oler la tierra mojada,
a saborear un dulce,
escuchar rios o gotas,
nos enseñaron a tocar puertas.
Y como lo vengo comprobando,
el crecer cambia las cosas
porque de ver colores
a ver lo que escondes tras los ojos
hay un paso muy grande,
de tocar puertas a tocar corazones,
saborear el roce de tu piel con la mia,
oler tus intenciones con solo tu voz, escuchar, ¿tu escuchas?
Nuestro amor gritar.
Dime tu o quien quiera,
loca, niña, lluvia,
pero yo lo escucho tan fuerte
como el primer dia,
ese en el que nos vimos sin conocernos,
ese amor que no sabiamos:
explotó ese momento,
resonó en lo mas profundo de mi pecho,
el aleteo sonó volar desde tus ojos,
y nosotros con tapones de oido
ignorando el momento
seguimos viviendo como nos lo enseñaron,
viendo lo visible,
oliendo perfumes,
tocando lo permitido,
escuchando los sonidos
y saboreando comida,
fue el tiempo, como dije,
al ponerse viejo,
el que nos hizo darnos cuenta
de que nos perdimos el concierto inicial
de un evento sin fin,
y ahora y siempre:
puedo ver a que sabes,
olerte la risa,
saborearte los pensamientos,
tocarte las ganas y...
En serio, yo lo escucho, fuerte y claro,
¿tu no?
Nuestro amor gritando: ¡No me voy!