Balcón de sueños

Oscar Perez

Balcón de sueños

 

¿Estás seguro de que tienes tiempo

de leer este poema? Es largo, te lo advierto,

no quiero que te atrases con tus deudas,

con tu cuota de deberes, con la prisa

para llegar no sé hasta dónde ni hasta cuándo,

no quiero que tus pétalos se caigan

contigo sin saber que no eres ya rosa ni dalia,

ni obrero ni ministro ni soldado,

ni príncipe o peón de tu destino,

no vayas a llegar a casa tarde

y encuentres a alguien más justo en tu puesto,

no vayas a tener cita en la plaza

y alguien se rompa el corazón porque no llegas,

no vaya a estar por ti esperando el mundo

y tú, sin ni darte cuenta, aquí leyendo,

así es que piensa bien en lo que haces,

que además este poema es un poema,

no es un avión para llegar donde no has ido,

no es una fórmula que vuelva a hacerte joven,

no es un disfraz para pasar sin que te vean.

Estaba yo pensando en que sí debes

tener algo de tiempo en un bolsillo,

tal como tienes pelusas en la ropa,

monedas muy pequeñas, esas manchas

en tus hombros y el pelo algo revuelto,

estaba yo pensando en que sí puedes

leer toda la tarde aquí conmigo,

pues nada va a pasar del otro lado,

el mundo gira igual, leas o pases,

sólo que tú pareces buena compañía,

sólo que algo nos pasa cuando dejamos de escondernos.

Entonces, sin dudar, nos entendemos,

y es que es difícil encontrar a alguien que quiera

en estos tiempos, tan de prisa y sin sentido,

venir aquí a sentarse, con un libro entre las manos.

¿Te sientes bien? Levántate si quieres,

si quieres te recito mientras andas,

te escribo y tú después, llegando a casa,

después de darle un beso a cada hijo,

después de revisar que cada puerta

esté muy bien cerrada, que hay ladrones

que por todas partes entran, sin descaro,

y todo se lo llevan, hasta el tiempo

y el alma y otras más de aquellas cosas

que usamos cada vez menos por día,

después, digo, si tienes poco sueño

o ganas de saber qué es todo esto,

te acuerdas y por ti mismo me lees,

te acuerdas y meditas en lo que hablo,

quizá ya el primer verso haga que duermas

o alguno te decida a seguir vivo,

a verte leer más, no en este libro,

sino en todas las páginas que escribes,

sino en esos silencios con que dejas

que tantas cosas pasen sin saberlo,

sino en todas las voces que te pueblan

y que te hacen cantar, aunque nadie lo perciba.

A mí ya me sucede cuando escribo,

cuando, por no mirar el horizonte,

me vuelco hasta el ocaso de mi mismo

y me pierdo del sol entrando al mar, tarde por tarde,

qué bello es si lo miro, qué en paz se queda todo

cuando cae así de quieta la ciudad en el descanso,

pero te insisto, yo, por distraído,

dale con darle los ojos a mis sueños,

las alas a la piel de las palabras,

que aprenden a volar no bien las suelto,

que dejan esta jaula como a un nido

del que soy el guardián para que vuelvan.

Pero lo has de saber, pocas regresan,

las más osadas parten a la muerte

de alguno que no oyó porque no supo,

de alguno que les puso precio o timbre

o, cual un flechador, las derribó para probar su puntería,

las tímidas se van tocando el pecho

de aquel que presintió que algo decían,

las más siguen flotando, cual las nubes

a la espera quizás de ser lluvia propicia,

amparo en un dolor o vieja puerta

por la que re encontrar los años ya perdidos.

Por eso quedo yo, sentado y solo,

contándote mis locas aventuras,

pensando que quizás a alguno importe

todo lo que te digo en el silencio,

por eso te agradezco si te quedas

y entiendo claramente si te marchas,

es cosa de saber dar tiempo a todo

y a veces no hay más que seguir fingiendo,

salir a sonreír como un payaso

y hacer todas las cosas que nos piden:

matar, dormir, vender, alzar más muros,

orar para que nada nos suceda,

mentir para que todo sea cierto,

plegar nuestras camisas tras lavarlas,

que no queden residuos de aquel beso

ni manchas del sudor ni menos sangre,

tenemos que cumplir con lo pactado,

aunque, pensando bien, yo ni me acuerdo

de cuándo y cómo fue que hicimos pacto

con esta forma de no ser en que habitamos,

con esta casa sin más muebles que uno mismo

y nadie más que venga a nuestra mesa.

A veces ha golpeado un pordiosero,

pero mejor seguir con siete llaves,

mejor adormecerse con cultura,

contar nuestro dinero y no confiar en nadie.

¿Te parece que sigamos? Si te aburro

puedes fumar si fumas, puedes darte

con un vaso de vino entre los labios,

con un plato de postre tras la cena,

puedes correr, saltar, seguir tú mismo

contándome tus propias experiencias,

las causas de tu tos, los argumentos

con que te has sostenido en este viaje,

sobre el cordel que cruzas cada día

para llegar al sitio en que te llaman,

cómo haces equilibrio con la muerte,

cómo lidias cada vez con la locura,

cómo haces para dar un palmetazo

en el hombro del que llora y seguir firme,

más rápido tal vez, porque no quieres

que nada te detenga en tu camino.

Y lo haces bien, yo veo que te esperan,

que cantan junto a ti, que te dedican

un brindis cada vez que cumples años,

que te dan un reloj o una corbata,

que ya tienes un cofre lleno de relojes

y un cajón con la misma corbata repetida,

lo haces bien, yo sé que ese es tu empeño,

que a veces te derrumbas por segundos,

como cuando en tu muro, por las grietas

penetra el aire helado y te sacude

tan sólo por lo que es, un aire helado.

 

 

 

Hago tantas tonteras cada día,

reírme, abotonarme llegar justo

a la hora del trabajo y pagar cuentas,

y no sé qué es más tonto de todo ello,

si a solas contemplar cómo amanece

o entrar diciendo sí, véndanlo todo,

repartan a cada uno su ganancia

y vuelvan a su hogar con flores frescas y ravioles.

Hallo tantas miserias en mirarme,

en vernos como soy, igual de frágil,

de inútiles en dar respuesta al fuego

que viene a consumirnos con nosotros como llama,

es pobre declarar que más no tengo,

que apenas cargo en mí los viejos mares

del sabio palpitar de las palabras

y del lento crujir del buen silencio.

Acaso está demás que les explique,

acaso es mejor ir y olvidar todo,

que el mundo siga igual, que el hombre caiga

cautivo de su propia inconsistencia.

Hemos llegado tan lejos con la muerte,

hemos partido tan lejos de la vida,

que todo nos parece un gris ensueño

y no hemos de encontrar el rumbo a casa.

Por eso en las tonteras sin destino

me esfuerzo por hallar lo que nos queda,

un lento corazón lleno de hazañas

y un siempre fértil pan entre las manos,

caricia lo llamaron los ancestros,

lo vieron florecer en las mejillas,

debajo de la tierra vuelta surco,

adentro de la entraña de la madre,

alzado en el más prístino edificio

y vagando hoy por aquí y hacia tus manos.

Así, con el sudor de cada sueño,

alguna vez hicimos cosas bellas,

ahora las manchamos de detritus,

ahora las vendemos por migajas,

por eso sin destino vago y canto,

ya ahíto de no hallar mis viejos dedos,

ya triste de mirar cómo te alejas de mis labios.

Un par de brazos tuve ayer, un par de ojos,

que hoy parecen no estar en condiciones

de abrigar, de mirar, de hallar el rumbo,

por eso es que te invito a que me leas,

a que lo leas todo, no en mi libro,

sino en todas las hojas de tu vida,

en tomos de tu amor, en ciertos versos

que con sangre escribirás, día tras día,

por eso es que te invito a que te asomes

a mi balcón de sueños, a que el tuyo

lo acerques a mi piel como a las costas tu navío.

No había nada más cuando empezamos a mirarnos,

quizás ahora ya hay un laberinto en que buscarte

o un hilo bajo el sol en que tú mismo halles el rumbo.

Las gracias yo te doy, hallas llegado o no a mi puerta,

hayas abierto o no mi casa, hayas entrado

o no a mi corazón, que para ti ofrece su fuente,

su mesa y su jarrón de fresco vino y viejos años.

No tengo nada más, pero te entrego la alegría,

la de vivir, la de soñar, la de buscar un nuevo abrazo,

es tiempo, de verdad, de recobrar lo que hemos sido,

es tiempo, no hay ya más, para volver a ilusionarnos,

es todo lo que soy, una canción para el recuerdo

y es todo lo que habrá, un buen final para unos versos

que en tu honor aquí escribí, leas o no lo que te dicen,

sepas o no, y me lo digas, lo que vendrá para que al fin

puedas vivir sencillamente tras mi canto y tras el tuyo.

 

http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/

 

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Comentarios1

  • Ringo Stax

    Pues me quedé hasta el final y, sin duda, ha sido un acierto. Ritmo frenético el de tus versos amigo, con momentos realmente memorables.

    Saludos

    Ringo.

    • Oscar Perez

      Gracias, qué paciencia, amigazo!! Saludos cordiales, un abrazo.-



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