EN ALAS DEL SILENCIO.

El Arlequín



Escondido tras una tormentosa máscara de alegría,

Me dedique a rondar utopías.

Y después de una batalla en mis intentos de amar;

un día encontré esta promesa en un tierno hogar,

y este está en el pedacito de zafiros donde nace lo más sublime del cielo,

el mismo que emerge desde tus hermosos ojos.

Y que elegido mi destino; son mi motivo para vivir, para dormir,

y para morir soñando en sosegado edén.

Desdichados; mis frágiles y astillados ojos, arden entre tempestades,

con el anhelo y el deseo de seguir por siempre mirándolos,

para renacer cuando entre nosotros se crucen, en un mar de dulces miradas.

Pues además busco de ti misteriosa sacerdotisa;

me entregues el premio de tu aterciopelada y húmeda boca,

para entonces beberme el hálito que del carmín de tus labios brota,

entre la divina locura de nuestras pasiones,

hasta llegar al paraíso que nos encadene con bendiciones a un amor de plenitudes.

Y has de saber además que;

me paso contemplando e inventando sobre tu divino rostro,

un silencioso recorrido,

para encontrarte atada a las raíces dentro de la inmortalidad de mis sueños.

Ahora esta vida me lleva deletreando tu nombre; pero sin llegar a un final,

en tanto; las horas transcurren y te vas escapando como lo hace el polvo entre el viento.

Mientras la añoranza nos desnuda, a mí y a mi inseparable sombra, cuando

solos, buscamos la esencia de tu piel en el firmamento, ante una luna roja.

Consciente de que elegí este sendero, tal vez porque mi enfermizo placer;

es fugaz y tormentoso. Y que al final,

es frustrante cuando se me vuelve todo remordimiento y culpa.

Y es porque me doy cuenta de que no te tengo a mi lado.

Más no sé si ahora se trate de un capricho del destino y entonces; una mañana me dejes amarte y quererte tanto, tanto, tanto, que atrapado por tu amor y tu cariño, nuestras inquietas almas se fundan en la eternidad.

Malvivo yo aquí en la lejanía, en la oquedad del frío otoño y con mis manos vacías.

Angustiado, cabizbajo y postrado con mis alas opacadas por el silencio.

Y aun así, seguiré esperando tu llegada, día con día para amarte y llenarte de flores; por y para siempre, soñando despierto.

Porque creo que la ausencia, la nostalgia y la soledad… no nos pertenecen.

 

Francisco Solano Castañeda.

8 de noviembre de 2015.

 

  • Autor: El Arlequín. (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 8 de noviembre de 2015 a las 21:25
  • Comentario del autor sobre el poema: Homenaje a una beldad de mujer con ojos azules.
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 89
  • Usuarios favoritos de este poema: 40, nelida moni, Maryrios.
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.