Al mediodía

Esteban Mario Couceyro

Estos ojos que te vieron

infinita, como un cielo con alas

lenta, suave, agobiadora

como imaginaria matriz del mediodía.

 

Angustiado, en pos de algo

que no comprendo

pienso

cuál es la verdad

de tu visión

caminando hacia mi.

 

Destacada, en la multitud ausente

Caminas hermosa

vestida de claras telas 

que te enmarcan de flores al viento.

 

Y mis manos, de simple mortal

que intentan llegar

haciendo solo vano el gesto

infructuoso, de este hombre

que se enamora

de una mujer bella

caminando por la calle.

 

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Comentarios1

  • Beatriz Blanca

    Según mi imaginación esa dama es la vida, que te persigue y te fascina. Camina buscándote y te alcanza para confundirse en la distancia borrosa sin disfrutarla.
    Perdón si nada tiene que ver con lo que quieres expresar, pero te digo lo que sentí al leerlo.
    Una tarde armoniosa cálida y apacible para ti. Saludos.

    • Esteban Mario Couceyro

      Tu imaginación, supera la realidad, pero no tanto. Lo que inspiro mi relato, paso hace muchos años, en una cálida mañana, en que caminaba por calle Belgrano. Despreocupado, mi atención centró todos los sentidos en una bella mujer, me pareció extraordinaria, llevaba una infinita calma y su caminar parecía sobrepasar el nivel del suelo. Vestida con un vestido claro y grandes flores, se veía destacable del resto, tanto que todo desapareció, solo ella venía hacia mi.
      El vestido, abotonado por delante, había claudicado en su función y recato, pues los botones solo cerraban la parte superior, por extraña razón el resto de los botones no cumplían su función específica.
      Venía hacia mi y el viento suave, dejaba ver la completa armoniosidad de mujer. Mi mente giraba con la velocidad de un meteoro, pensaba abordarla y con caballerosidad indicarle el inconveniente de su olvido. ¿Como reaccionaría?, a la misma velocidad de mis pensamientos los miedos naturales en mi, afloraron hasta transformarlos en vergonzosa inseguridad.
      Inseguridad..., que me hizo pensar en el cierre de mi pantalón, que por obra de la casualidad estaba mal cerrado...
      Ella pasó sin más, como un barco que no abordaría jamás y yo me quedé avergonzado tratando con discreción solucionar mi propio inconveniente, pensando que si la , nos hubiésemos reído a dúo de nuestras torpezas y quién puede negarlo, quizá el amor florecía.
      Pensándolo, bien esa dama puede haber sido la vida.
      Saludos
      Esteban

      • Beatriz Blanca

        Qué buena historia digna de ser contada en un lunes de alegría.
        Me imagino tu cara y muero de la risa, eres fatal pero, tímido después de todo.
        Yo siempre le digo a mi esposo mira todo lo que quieras pero no toques, pues reconozco que hay hermosas mujeres para mirarlas y recrearse.
        Saludos.

      • Hay 1 comentario más



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